La película que se negó a programar el Festival de Cannes
“NOCTURAMA” êêê
Pienso, como Immanuel Kant, que el
arte debe mostrarlo todo a pesar del horror que puede provocar. Así, no entendí
que Nocturama
fuera despreciada para su exhibición en el Festival de Cannes debido a los
terribles atentados terroristas que asolaron la capital francesa y que estaban
aún recientes. Bertrand Bonello, cuya mejor película sigue siendo para este
cronista Casa de tolerancia (2011), nos sitúa en París una mañana
cualquiera. Allí, un grupo de adolescentes de diversa procedencia pululan por
el metro y otros lugares de la capital actuando de una manera extraña pero
sincronizada. Al parecer todo obedece a un plan. Sus gestos, sus acciones son
siempre precisas, se reúnen en el mismo lugar, unos grandes almacenes, a la
hora del cierre. Varios lugares fácticos saltan por los aires. París entra en
erupción. La noche acaba de comenzar.
Nocturama
sí fue exhibida en el pasado Festival de San Sebastián representando una grata
sorpresa para algunos críticos y espectadores. Me quedo a medias, pues el
inconformismo y desencanto de una generación se eleva como una fabulosa coartada para
las acciones terroristas –y los daños colaterales- que llevan a cabo un puñado
de chavales -que son tildados de enemigos del Estado- carecen de una
justificación política real y de peso para dar una cobertura razonada a tan
tremendos atentados contra el presidente de un banco, el Ministerio del
Interior e incluso la dorada estatua de Juana de Arco. Su rabia no parece tener
un soporte consistente sobre todo en Francia, tal vez el país en el que mejor
se vive del mundo y que se ve acechado por las zarpas de la ultraderecha más
ultramontana y se ha convertido en uno de los objetivos principales del terrorismo yihadista aunque nada tiene que ver aquí con la historia narrada.
Es cierto que Bonello no toma partido y
desarrolla su propio guión con un estilo documentalista, que plantea,
reflexiona e interroga sin aportar respuestas ni soluciones, que todo puede suceder como consecuencia de la decadencia política, social y económica de una sociedad
que vive de espaldas a las miserias humanas, pero la furia e incluso el odio
que atesoran las generaciones jóvenes no pueden servir de pretexto para la
denuncia desaforada ni mucho menos para tan salvaje como estéril respuesta
Por supuesto, el castigo para los
jóvenes protagonistas será contundente, expeditivo y sin asomo de piedad. De esta
forma el discurso de Bonello adquiere una alarmante coherencia si se compara
con la impunidad con la que actúa el desalmado sistema hipercapitalista,
amparado por las leyes y la justicia. Resulta curioso e incluso
extravagante el caótico encierro que protagonizan el grupo de muchachos en un
lugar tan icónico del capitalismo como lo son unos grandes almacenes, un
quilombo que no puede pasar desapercibido para las fuerzas de seguridad y que
contrasta brutalmente con la medida y exquisita precisión en la planificación
de los atentados. Al final, la función deja claro que son sólo críos que obnubilados
se dejan hipnotizar por el embrujo consumista y hedonista en un islote creado
para ese fin. Lo que acabará delatándoles y actuando como reflejo patético y a
la vez frívolo del presagio de la muerte. El Estado y la Banca siempre ganan.
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