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jueves, 26 de enero de 2017

LAS MEJORES PELÍCULAS DEL NUEVO MILENIO (V): "SHUTTER ISLAND" (2010)


El sueño de la razón produce monstruos
"SHUTTER ISLAND
(Martin Scorsese, 2010)


      Leonardo DiCaprio no necesita repetir cien veces que Martin Scorsese es el mejor director vivo para convencerme. Asimilé este axioma irrefutable mucho antes de que él tuviera un nombre en esto del cine. Y fíjense que todavía anda por ahí Francis Ford Coppola firmando engendros pretenciosos como “Tetro”, confirmando lo que ya sabíamos hace décadas: que no es ni la sombra de aquel genial cineasta que abanderó junto con Scorsese la generación que cambió la faz de Hollywood en los años setenta. En fin, la obra de Dennis Lehane esta resultando un verdadero filón para la meca del cine, pues al igual que ocurrió con “Mistyc River”, novela también de este autor bostoniano trasladada magistralmente a la pantalla grande por Clint Eastwood, cuando un talento innato como el del director italoamericano se une en combinación perfecta con una sugerente base literaria (de la que Laeta Kalogridis extrae un espléndido libreto) el resultado sólo puede ser deslumbrante. Por cierto, no fueron los únicos, Ben Affleck logró un film excelente, de gran éxito crítico, adaptando la novela de Lehane “Adiós, pequeña, adiós”.
      
    
   Vayamos con el argumento: Verano de 1954. Los agentes federales Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) son enviados a una remota isla de Boston donde tiene su enclave el hospital psiquiátrico Ashecliffe (algo así como una especie de Alcatraz para locos) para investigar la desaparición de una paciente, Rachel Solando (Emily Mortimer) peligrosa asesina allí recluida. Durante sus pesquisas y bajo el azote de un temible huracán que puede dejar aún más aislada la isla, se entrevistan con el responsable médico del centro, el siniestro Dr. John Cawley (Ben Kingsley) que les recibe con una amabilidad muy sospechosa. Así mismo, los agentes interrogan al Dr. Jeremiah Naering (Max Von Sydow), al alcaide Warden (Ted Levine) y al tarado y avieso recluso George Noyce (Jackie Earle Haley). Los curtidos policías descubrirán pronto que el centro oculta oscuros secretos y que los pacientes no son lo más peligroso que esconde la isla, algo que afectará a la estabilidad mental de Teddy haciendo aflorar los fantasmas del pasado.     
     
     
    Shutter Island es una pequeña joya de culto que se eleva como una rara avis en la filmografía de su autor, un thriller psicológico y  kafkiano de estética pulp con resonancias al cine negro de serie B de los años 40 y 50 y cierta pátina hitchcockniana. Apoyándose en un soberbio elenco, un montaje ágil y una dirección de actores impecable, Marty bucea por la psique humana desde parámetros visuales y narrativos clásicos, obligando a caminar a su protagonista por el filo de la navaja con la sensación escalofriante de abocarle a la locura, demostrando una vez más su debilidad por las personalidades escindidas y los estados alterados del alma.  


    Perfectamente integrado en el mainstream hollywoodiense, nadie a estas alturas es tan necio como para negar la maestría y el pulso artístico de Scorsese, que nos presenta un primer acto afectado por todos los códigos tradicionales del más sombrío cine policíaco, premisa que revierte en relato de terror gótico a medida la acción avanza por los oscuros e intrigantes laberintos de ese fantasmal manicomio, cuyos pasillos abren paralelismos con la maraña cerebral de ese policía perturbado por lacerantes recuerdos, sumergido en un mundo febril y pesadillesco que parece atrapar el hálito barroco y decadente creado por las hermanas Brontë, paraje onírico que esconde tras sus brumas una galería de personajes sufrientes, ensoñaciones paranoicas y brutales dramas latentes.

     
    Con una excelente fotografía de Tony Richardson saturada de filtros ocres y azules, la cuarta colaboración Scorsese-DiCaprio atrapa desde el primer momento con una sensación opresiva y vertiginosa; la llegada en ferry de los dos agentes a esa isla tenebrosa plagada de policías que transmiten mucha ansiedad y el corto e inquietante trayecto en jeep hasta el corazón de la locura da paso a una  trama que se desdobla. Así, la rutinaria investigación policial ceñida a los patrones del género se ve trufada de trampas, giros inesperados y flash-backs inconexos (episodios pesadillescos, dramas familiares, crueles experimentos, recuerdos de horribles vivencias en un campo de exterminio) que finalmente quedan hilados con coherencia en un twist de imágenes que destilan emotividad y amargura, enfrentando a nuestro protagonista a la mayor de las tragedias, al más negro de los abismos: el infierno de la demencia. Con un chispeante cóctel de géneros y estilos, en Shutter Island Scorsese dosifica el suspense y manipula a su antojo las emociones del espectador, hipnóticamente atrapado en la angustiosa espiral de un argumento desquiciado, un viaje al verdadero confín del horror donde nada es lo que parece, un perverso juego de espejos deformantes que te hace repetir: “El sueño de la razón produce monstruos”. Un film complejo y admirablemente realizado.  

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