1-"QUE DIOS NOS PERDONE” (Rodrigo Sorogoyen,
2016)
Que Dios nos perdone sitúa la acción en el verano del año 2011
en Madrid. La ciudad está sumergida en una convulsa actividad y una crisis
económica que parece tocar fondo. Además de la ebullición del movimiento del
15-M, un millón de peregrinos esperan la llegada del Papa en un Madrid más
caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, dos inspectores de
policía, Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre), deben
encontrar cuanto antes y sin hacer mucho ruido a un asesino en serie de
ancianas. Una carrera contrarreloj que les hará reflexionar sobre algo
inquietante: ninguno de los dos es tan diferente al asesino que persiguen.
Sobre esa pegajosa turbiedad se asientan
los cimientos de una trama que escanea la materia necrosada de una sociedad
alienada y cruel que hace tiempo que rompió la brújula y el reloj en su
tránsito por un mundo en donde el dolor es lo único que activa el termómetro de
la supervivencia. Que Dios nos perdone es un thriller que abre en canal el vientre de
la castiza Madrid para que se pudra al sol junto a un revoltijo de protestas
tan estériles como pueriles y de peregrinos de fe exaltada, de demonios
imprecados desde el silencio o la fiebre, desde la atroz certeza de que no hay
nada que defina mejor al ser humano que la maldad. Como dijo Chesterton: “Soy un hombre. Y por lo tanto llevo dentro
de mí todos los demonios”.
2-“LA INVITACIÓN” (THE INVITATION, Karyn Kusama, 2015)
La
historia es la siguiente: Will
(Logan Marshall-Green) y Eden (Tammy
Blanchard) formaban un matrimonio feliz hasta que perdieron a su hijo años
atrás. El trágico suceso provocó que Eden desapareciera de la noche a la mañana
sin dejar rastro. Pero Eden ha vuelto a Los Ángeles, se ha casado de nuevo y
algo parece haber cambiado en ella. Es algo que Will comprobará cuando recibe
una invitación de Eden para celebrar los buenos tiempos junto a ella y los
viejos amigos. Will acude a la cita con su pareja, Kyra (Amayatzy Corinealdi), y una vez en la casa siente como
anterior pareja se comporta de un modo extraño, como si algo turbador e
irreconocible se hubiera apoderado de ella. Will está convencido de que Eden y
su marido, David (Michiel Huisman)
tienen unos planes siniestros para sus invitados.
La Invitación, además de un espléndido
y terrorífico thriller sobre los peligrosos artificios que buscan los seres
humanos para refugiarse y despojarse de los traumas del pasado y las
insatisfacciones de la propia existencia, se eleva también como un grito de
alerta, tal vez de auxilio, de una generación desnortada que busca sensaciones
con las que rellenar su vacío, vidas incapaces de disfrutar de las cosas
sencillas y bellas e instaladas en el capricho y el confort como válvulas de
escape de una realidad deprimente. De ahí el demoledor plano final. Dicho está, lo mejor de La Invitación no surge de las señales,
giros e imprevistos de una historia que anuncia un clímax previsible, sino de
su perturbadora y delirante atmósfera, que confiere al espacio una dimensión
malsana, y revela un peligro inherente tan físico como cercano, tan agobiante
como amenazador. Así, la función avanza con la precisión de un reloj suizo por
un laberinto de engaños y trampas en donde la incomodidad se siente con la
misma presión dentro como fuera de la pantalla, hasta que la tensión acumulada
estalla de manera seca, cortante y brutal, algo que podíamos intuir a través de
la psicología de algunos personajes, siervos devotos y demenciales de una de
esas sectas del fin de los días. Un hallazgo importante.
3-“TARDE PARA LA IRA” (Raúl Arévalo, 2016)
Tarde para la ira se inicia en
Madrid en agosto de 2007 cuando Curro (Luis Callejo) el único detenido
por el atraco a una joyería, cumple su condena en la cárcel. Ocho años después,
su novia Ana (Ruth Díaz) espera, junto al hijo de ambos, a que Curro
salga de la cárcel tras cumplir su condena. Así, Curro abandona la prisión con
la esperanza de comenzar una nueva vida junto a su familia. Pero todo ha
cambiado en muy poco tiempo, y se encuentra con una mujer confundida y con un
hombre que le romperá todos los esquemas, pues no sabe hasta qué punto José
(Antonio de la Torre) un hombre hermético y solitario al que Ana siente como un
refugio para su angustia, va a cambiarle la vida y enfrentarle con los
fantasmas del pasado. Curro y José emprenden un viaje de tres días salpicado de
violencia y abocado al abismo de la venganza.
Una vez más el cine español fija su mirada
en las tripas de una sociedad enfangada en sus ritos costumbristas desde donde brota
una violencia salvaje encarroñada durante años por la cólera de la venganza, la
ira ciega que surge volcánica, incontenible, de vidas vulgares y derrotadas por
su aciago destino y siempre víctimas del contexto político-social que les ha
tocado vivir. Tarde para la ira es
una espléndida película sobre una venganza que como una herida infectada
resulta imposible de sanar hasta que se hace uso de una cirugía drástica que
corte el mal de raíz, y José, corroído por ese sentimiento tan humano sabe que
no será posible mitigar la gangrena de su sufrimiento hasta que los verdugos
causantes de su desgracia paguen por ello. Piensa que nunca es “tarde para la
ira” cuando esto es lo único que le mantiene en pie y da sentido a su
existencia. Un debut importante.
4-“COMANCHERÍA” (HELL OR HIGH WATER, David Mackenzie, 2016)
Firmado por David Mackenzie nos
llegó uno de los mejores thrillers del año, un espléndido western moderno que
ambientado en la época actual nos presenta a dos hermanos, Tanner (Ben
Foster) y Toby Howard (Chris Pine) que viven en el estado de Texas y se
disponen atracar el mayor número de bancos de la zona en un breve periodo de
tiempo. El problema es que no son atracadores profesionales, uno es un ex
convicto y el otro un padre divorciado con dos hijos. Su objetivo es reunir la
cantidad de dinero suficiente que les permita no perder la granja familiar que
les reclama el banco por impago, y que es lo único que tienen y por lo que han
luchado toda la vida. Su plan es pagar al banco con la misma moneda. Pero será
una carrera contrarreloj porque los Rangers de Texas, con el veterano Marcus
Hamilton a la cabeza (Jeff Bridges) a la cabeza, les pisan los talones y no
pararán hasta atraparlos.
Con un
sólido guión de Taylor Sheridan (Sicario)
estamos ante la mejor película con diferencia de su director, y eso que en su
filmografía nos encontramos con títulos tan resultones como Convicto (Starred Up, 2013) y Perfect
Sense (2011), pero Comanchería es un film mayor, un western en donde
los caballos han sido sustituidos por los coches y que surca el siglo XXI
fusionando códigos con el cine negro, apropiada asociación para estos tiempos
siniestros de crisis y depresión. Unos inmensos Chris Pine y Ben Foster en las
mejores interpretaciones de sus carreras, llevan a cabo su particular venganza
–que es justicia poética- ante la inhumana opresión de un banco que les amenaza
con quitarles la granja, lo único que tienen. Una venganza ejecutada en
territorio mítico, Texas, tierra de nativos comanches, un territorio
fantasmagórico de negocios quebrados y empresas en venta, un entorno
ultraconservador que actúa como reflejo de la decadencia social y política de
la sociedad estadounidense. Y está Jeff Bridges, el guardián de la ley en un
espacio de náufragos y carroñeros que, a punto de jubilarse, quiere prestar un
último servicio a la comunidad. La música de Nick Cave y Warren Ellis pone el
punto de ambientación a un film enorme.
5-“SING STREET” (John Carney, 2016)
John Carney, el director irlandés de Once (2007) y Begin Again (2013) logra su mejor película al narrar las peripecias de Conor (Ferdia Walsh-Peelo) un chico de 15 años que vive en Dublín en los años 80 y que está loco por huir de su conflictivo hogar. Así, Conor crea una banda musical y compone canciones que son una forma de lucha.
Sing Street es ante todo un ejercicio de nostalgia corrosiva que invita a mirar por el retrovisor para no perder nunca de vista las esencias y formas de una época irrepetible, los años 80, por lo que la banda sonora del film puede servir de homenaje al bullicio o movida de esa década. Como pertenezco a aquella generación de jóvenes, el film es una excelente excusa para rememorar sensaciones y las míticas bandas que desde entonces horadan con sus temas mis recuerdos (Ultravox, Fischer Z, Depeche Mode, Te Cure, New Order…). Música, filosofía y estilo, en la forma vestir y de encarar el no future escrito en el horizonte, y desde el que saltaron movimientos como el punk, mods, gótico, new wave, new romántic… y que se ven mimetizados en una pandilla de carismáticos adolescentes. Claro, está la melancolía, el paro, la miseria y marginación, el acoso y el matonismo… pero qué importaba todo esto en un tiempo en que nos creíamos los mejores y una chica, entregada a ti y tu sueño en cuerpo y alma, enciende la llama del idealista rebelde que hay en ti. Un film magnífico y sensible que Carney filma con amor e inteligencia.
6-“NO RESPIRES” (DON´T BREATHE, Fede Álvarez, 2016)
Nadie por estos lares había oído hablar
del director uruguayo Fede Álvarez cuando en el año 2013 presentó su potente
remake del clásico de culto de Sam Raimi Posesión infernal. Nada extraño pues
hasta entonces sólo había firmado dos cortos, El cojonudo (2005) y ¡Ataque de
pánico! (2009) que gustaron mucho al mítico director norteamericano, pero a
raíz de su nueva versión de aquel revolucionario film de 1981 se convirtió en
una de las grandes esperanzas del cine de terror, con una legión de seguidores
que esperábamos como agua de mayo su próximo proyecto. La trama es la siguiente:
Tres jóvenes, Rocky, Alex y Money (Jane Levy, Dylan Minnette y Daniel Zovatto)
creen haber encontrado la gran oportunidad de cometer el robo perfecto. Su
objetivo será un hombre ciego y solitario (Stephen Lang) que posee un millón de
dólares oculto. Pero tan pronto como entran en la casa del invidente, un
veterano de guerra, serán conscientes de su error, pues se encontrarán
atrapados y luchando por sobrevivir contra un poderoso psicópata que carga con
su propia tragedia y secretos ocultos.
Con ecos de Sola en la oscuridad y Terror
ciego, en No respires todo está
teñido por una pátina de tristeza y fatalismo, desde el desolador y lúgubre
escenario de una ciudad sin futuro, la disfuncional familia de Rocky que se
refugia en sus ensoñaciones hasta el drama íntimo del invidente, para quien el
tiempo se paró un aciago día. Ingredientes para construir una pieza de cámara
dentro de una miscelánea de géneros que no ofrece al espectador ni un segundo
de respiro hasta el angustioso clímax final, culmen de la pegajosa turbiedad de
un relato que puede servir como austera introspección de la maldad humana en un
tiempo de náufragos y supervivientes, en donde el debate sobre la moral ha
quedado ya superado. Estamos, amigo lector, ante un magnífico y sensorial
ejercicio de suspense y estilo rodado con muy mala baba (presten atención al
momento en que uno de los personajes va a necesitar unos enjuagues de
Listerine) que con una tétrica fotografía de Pedro Luque y una incisiva música
de Roque Baños nos acerca a un terror muy físico, al terror total, que siempre
nace de la fiebre humana.
7-“ANIMALES NOCTURNOS” (NOCTURNAL ANIMALS, Tom Ford, 2016)
Segundo trabajo del diseñador de modas reconvertido en director de cine
Tom Ford, que ya sorprendió a
propios y extraños con su ópera prima Un
hombre soltero (A Single Man,
2009), un film melancólico, sensible e inteligente en el que Colin Firth da
vida a un maduro profesor británico y homosexual que intenta buscar sentido a
su existencia tras la muerte de su compañero sentimental. Animales nocturnos nos presenta a Susan Morrow (Amy Adams) una galerista de Los Ángeles con una vida
privilegiada y casada en segundas nupcias con Hutton Morrow (Arnie Hammer). Un fin de semana, cuando su marido se
encuentra en uno de sus incontables viajes de negocios, Susan recibe un paquete
en el buzón. El paquete contiene la primera novela de su exmarido, Edward (Jake Gyllenhaal) de que lleva
casi dos décadas sin tener noticias. Como ella siempre fue su más dura crítica,
le pide en una nota que lea la novela y contacte con él, pues estará unos días
en la ciudad. Susan acepta y se sumerge en la narración. Atrapada por la
lectura, se da cuenta de que a su vida le falta algo y rememora su pasado y se
cuestiona su futuro.
Pero Animales nocturnos es ante todo una historia de venganza,
la de un examante herido de por vida que ha creado una obra escrita para
procurar el dolor y la humillación de la mujer que un día le abandonó, que
nunca tuvo fe en su talento y que veía en su sensibilidad un signo de
debilidad. Y hay pocos sentimientos que puedan causar más dolor que la culpa.
Porque la herida profunda de Susan es sentir el latido de la tragedia que se
desarrolla en la ficción como en carne propia y en la de su hija desde la
privilegiada atalaya de una vida de lujo y glamour. Una venganza que es a la
vez sofisticada e intelectual y maquiavélica y lacerante. La historia nos aboca
a un final pesimista que aguijonea los recuerdos y con ellos el peso de la
culpa, la evocación de vidas quebrantadas y de la soledad como estigma.
8-“SUBURRA” (Stefano Sollima, 2015)
He de reconocer mi debilidad por el director italiano Stefano Sollima desde que vi su magistral serie televisiva Roma criminal (2008), adaptación de la popular novela “Romanzo criminale” de Giancarlo De Cataldo, que ya tuvo una potente versión cinematográfica en 2005 dirigida por Michelle Placido. A partir de entonces me propuse estar muy atento de todo lo que pergeñara este cineasta nacido en Roma en 1966.
Su segundo largometraje, Suburra
(2015), me dice que mi olfato no estaba equivocado y que el director puede
convertirse en un nombre esencial en el cine europeo de los próximos años. La
acción nos sitúa en noviembre de 2011, una semana antes de la caída del
gobierno italiano (de Berlusconi) con el país sumido en una crisis
institucional, económica y social que se presume preapocalíptica. En una Roma
caótica, nocturna y lluviosa, la cámara nos introduce en mundos distintos
aparentemente desconectados como el de la política, cuya figura central es el
diputado Malgradi (Pierfrancesco
Favini) preso de sus inconfesables vicios y peligrosos pactos; de las fiestas
VIP nocturnas, con Sebastiano (Elio
Germano), dueño de una lujosa villa, cobarde, pelota y arribista; el de la
mafia del litoral romano con Número 8
(Alessandro Borghi) heredero machito del imperio de una familia cuyo territorio
él administra. También está Samurái
(Claudio Amendola) miembro de la familia mafiosa della Magliana, que mueve los
hilos que conectan varias esferas; Manfredi
(Adamo Dionisi) patriarca de una familia usurera de gitanos; Viola (Greta Scarano) la novia
drogadicta de Número 8; y Sabrina
(Giulia Elettra Gorietti), una prostituta que se verá envuelta en lío gordo con
una menor de edad. Los intereses de todos ellos acabarán convergiendo en el
proyecto de una enorme especulación inmobiliaria que pretende transformar Ostia
en una especie de Las Vegas.
Suburra es ante todo un film realista a pesar de la
incontinente y visceral violencia que está en consonancia con la ilimitada
cadena de favores e intereses espurios que se mueven en torno a la especulación
inmobiliaria y que derivan en chantajes, fúnebres sentencias y brutales
crímenes. Stefano Sollima denuncia con crudeza la putrefacción de un sistema y
la laxitud de una sociedad con enormes tragaderas, el vientre podrido de una
Roma convertida en nido de asesinos, amenazante, húmeda, oscura, condenada, una
ciudad sin dignidad secuestrada por clanes criminales que sólo entienden de
intereses lucrativos y en donde todo tiene un precio.
9-“HARDCORE HENRY” (Ilya Naishuller, 2015)
Ópera prima del director ruso
Ilya Naishuller que procedente del
campo del videoclip y con un libreto coescrito junto a Will Stewart, nos
presenta una endiablada película rodada en primera persona que nos narra la
historia de Henry, un cyborg que
tras ser devuelto a la vida por su esposa y creadora, la ingeniera Estelle (Haley Bennett), ve cómo su
mujer es secuestrada por el psicópata Akan
(Danila Kozlovsky), un villano con poderes telequinésicos que está al frente de
una nutrida banda de mercenarios. Henry contará con la ayuda de Jimmy (Sharlto Copley) que se
convertirá en su único apoyo para sobrevivir ofreciéndole las claves de su
verdadera naturaleza. Por supuesto, Henry no recuerda nada, y su única misión
es atravesar todo Moscú, una ciudad para él extraña, para liberar a su esposa
de las garras de Akan, que persigue hacerse con la tecnología que ha devuelto
la vida a Henry.
Estamos,
amigo lector, ante una de esas películas que se pueden catalogar de culto
inmediato, una montaña rusa filmada sin concesiones y que no da respiro al
espectador, una experiencia sensorial y vertiginosa que no se corta a la hora
de mostrar la violencia de un modo salvaje y que fusiona la narrativa propia
del videojuego con el espectáculo cinematográfico. Rodada íntegramente con cámara GoPro, el cine, por
primera vez, da un salto de calidad, en su apuesta por la cámara subjetiva,
experimento donde antes otros fracasaron. . La espídica acción está muy bien planificada en su perfecta simbiosis
de entre cine y videojuego, pero con
pocos apuntes sobre tecnología o cibernética, ya que la trama lo fía todo a un
encadenado de larguísimas persecuciones y una sucesión de peleas y tiroteos que
configuran una coreografía bestial y sangrienta, una orgía de violencia sin
límites que puede causar algún vahído si no se está acostumbrado. Una acción
brutal tan básica que la única función de los personajes es superar pantallas,
pasar de una ventana a otra.
10-“ELLE” (Paul Verhoeven, 2016)
Han pasado ya diez años desde que el
director Paul Verhoeven se situara detrás de las cámaras para
rodar la magnífica El libro
negro (2006), film que
con el protagonismo de Carice van Houten narra la historia de una mujer judía
que, tras la ejecución de su familia, se infiltra en el Cuartel General Nazi
para intentar obtener información que permita liberar a combatientes de la Resistencia
que han sido capturados. Verhoeven vuelve por la puerta grande con este
thriller psicológico titulado Elle,
película que cuenta la historia de Michèle (Isabelle Huppert) directora de una
compañía de videojuegos que, divorciada, mantiene una relación esporádica con
el mejor amigo de su marido, mientras que la novia de su hijo está embarazada
de otro hombre. La vida de Michelle cambia para siempre cuando es atacada y
violada en su casa por un asaltante encapuchado, lo que la llevará a intentar
descubrir su identidad, en un juego peligroso en donde puede perder el control
de la situación.
Verhoeven nos presenta su obra más cáustica, amoral, turbia, visceral y
despiadada y nos enseña qué hay detrás de las máscaras descubriendo la
verdadera identidad que esconde Michèle, su hipnótica protagonista, hija de un
temible asesino en serie de niños que trastornó el discurrir cotidiano de su
infancia. Un trauma varado en los meandros de la memoria que seguro tiene mucho
que ver con su reacción ante las repetidas violaciones de que es víctima por
parte de un encapuchado en su misma casa. Isabelle Huppert dibuja con su
actuación uno de los retratos femeninos más magnéticos que se han visto en una
pantalla de cine, y Verhoeven lanza una mirada flamígera sobre el alma y la
condición femenina que incita a una reflexión osada y ácida sobre el tortuoso
laberinto en el que se adentra la psique de una mujer violada. Pero al mismo tiempo y sin que resulte
una dicotomía (o tal vez sí) muchos espectadores verán alterada su sensibilidad
con la complicidad de la protagonista y su retorcido juego de seducción, que
explora territorios que van más allá de cualquier límite de corrección dentro
de una sociedad puritana y retrógrada, incapaz, por otra parte, de asimilar que
una mujer reaccione ante una agresión de una manera que rompe todos los
esquemas concebidos. Porque Michèle no ejerce de víctima e intenta descubrir la
identidad de su agresor, convirtiendo a todos los sospechosos que le rodean en
fáciles presas. ¡Qué grande es el cine!
11- “DESDE ALLÁ” (Lorenzo Vigas, 2015)
Tras el resultón corto rodado hace
doce años Los elefantes nunca olvidan (2004), el director venezolano Lorenzo Vigas nos presenta su
esplendoroso debut con el largometraje Desde allá, un potente relato que se
alzó con el León de Oro en la pasada edición del Festival de Venecia, fue
declarada Mejor Ópera Prima en el Festival de La Habana y Mejor Película
Iberoamericana en el Festival Internacional de Panamá. Nada extraño, porque el
film de Vigas es una pieza de cámara tan magnética como compleja.
En medio de una
Caracas convulsa, la película nos cuenta la historia de Armando (Alfredo Castro) un hombre de cincuenta años que trabaja en
su propio laboratorio de prótesis dental. En su tiempo libre busca a hombres
jóvenes en paradas de autobuses y les ofrece dinero a cambio de que les
acompañen a casa. Sólo busca compañía y observarles desnudos mientras se
masturba sin entrar en contacto con ellos. Pero Armando también tiene otra
costumbre, la de espiar a un hombre de edad avanzada, al que le une un vínculo
común en el pasado. Un día, Armando conoce a Elder (Luis Silva) un joven de dieciocho años líder de una pequeña
banda de delincuentes juveniles. Se lo lleva a casa sin que ninguno de los dos
intuya que de ese encuentro nacerá una relación que ellos cambiará para
siempre. Evitando el morbo fácil y el
obsceno amarillismo, Lorenzo Vigas explora el sometimiento de la miseria humana
ante el poder (político, económico…), la alienación, las debilidades de una
sociedad enferma, miedosa y esclava en tiempos de crisis y abyección moral, de
vidas quemadas que apenas dejan cenizas.
12- “I AM A HERO” (Shinsuke Sato, 2015)
Si
tuviera que hacer una lista de las mejores películas de zombies vistas en las
tres últimas décadas, seguro que ocupando los primeros puestos estarían Amanecer
de los muertos, 28 días después, Rec,
Train
to Busan y, por supuesto, I Am a Hero, film dirigido por Shinsuke Sato que nos narra la
terrorífica odisea que le toca vivir a Hideo
Suzuki (Yô Ôizumi), un dibujante de
manga con una vida gris y miserable. Un día, su novia, Tekko (Miko Suzuki) le
echa de casa cansada de que sea un perdedor y, al cabo de unas horas, se abalanza
sobre él convertida en una zombie agresiva. Es la primera señal de que el mundo
a su alrededor camina hacia la extinción. Premio del Público y Mejores Efectos
Especiales en el Festival de Sitges del pasado año, I Am a Hero es la
magnífica adaptación a la pantalla grande del manga creado por Kengo Hanazawa,
una montaña rusa rebosante de ironía, emoción y entretenimiento del bueno que
disfrutarán todos los amantes de este subgénero del terror tan maltratado
últimamente. Parece que la llegada del apocalipsis en Japón no podría encontrar
un héroe mejor que un dibujante de manga que trabaja en un cuchitril y que
cuando su penosa vida se derrumba y se ve acosado por una horda infinita de
infectados, se echa su rifle de caza al hombro (y su licencia, por si se la
pide la policía) siendo consciente de que no tiene la sangre fría de disparar
contra nadie. Esto es Japón, y no América, y él es un soñador, no un asesino.
I Am a Hero funciona
como un reloj suizo, una maquinaria de perfecto engranaje que nace de un musculoso
guión, una gran dirección de actores, una cáustica ironía (los dientes de la
novia de Hideo, los Rolex que salvan la vida dos veces al protagonista), una excelente
labor de interpretación de todo el elenco, una hermosa fotografía e incluso un
peculiar atleta villano de cabeza abollada que hará las delicias del
aficionado. Puede que toda la película se resuma en una ácida metáfora sobre el
voraz consumismo de la sociedad japonesa… pero eso ya nos importa menos.
Espléndido divertimento.
13-“EL
REY TUERTO” (EL REI BORNI, Marc
Crehuet, 2016)
En mi lista de las mejores películas españolas del año se encuentra la
ópera prima de Marc Crehuet que nos
narra cómo dos amigas, Lidia (Betsy
Túrnez) y Sandra (Rurh Llopis) que
llevan mucho tiempo sin verse deciden organizar una cena de parejas para así
conocer a sus respectivos novios: David
(Alain Hernández) un policía antidisturbios, e Ignasi (Miki Esparbé), un documentalista social que perdió un ojo
por culpa de una pelota de goma que le golpeó en una manifestación. Todo ello
amenizado por los discursos de un político (Xesc Cabot) da desde la televisión.
Cuatro personajes que quedan para cenar, recordar viejos tiempos y ponerse al
día… sin saber que fue David quien dejó tuerto a Ignasi. Gran debut de Marc Crehuet
adaptando a la pantalla grande su obra teatral homónima, con un guión sin
fisuras y que en tono de comedia negrísima incendia rápidamemente la pantalla a
raíz de una situación que da mucho juego: una cena como coartada para el
reencuentro de dos viejas amigas acompañadas de sus respectivas parejas. Y la cosa a nivel cinematográfico luce de
manera impecable sin que se note su formato de teatro filmado. Porque El rey tuerto es una película lanzada en
el tiempo por su discurso amoral y lúcido, diálogos que cortan como un cuchillo
y un humor ingenioso y tan cáustico como la cal viva.
De un reparto en el que todos
están sobresalientes, sobresale un Alain
Hernández en estado de gracia dando oxígeno a un tipo muy peculiar con una
personalidad volcánica con el que nos reímos mucho a pesar de la repugnancia
que a veces provoca su confuso, retrógrado y oscilante discurso. Pero es que
dándole réplica está un superlativo Miki
Esparbé como víctima acoquinada de la injusticia, la brutalidad y la
represión que siempre acaba quedando oculta tras la puerta acorazada de la ley.
El
rey tuerto es un film dignísimo, chispeante, que lejos de simples lecturas
morales levanta acta sobre el desengaño, las taras de nuestro sistema y las
sangrantes dicotomías del ser humano en un tiempo de náufragos. Con casi un
solo un escenario (el piso de una de las parejas), Crehuet firma una de las más
cómicas y virulentas comedias negras de la temporada. Y, cómo no, merece un
aplauso encendido.
14- “UN MONSTRUO DE
MIL CABEZAS” (Rodrigo Plá, 2016)
El director de cine uruguayo afincado en México Rodrigo Plá, sigue siendo un gran
desconocido en nuestro país a pesar de que no es nuevo en el oficio. De hecho,
su debut en el largometraje La zona (2007) contó con el
protagonismo de nuestra querida Maribel Verdú y Carlos Bardem, una excelente
coproducción entre México y España que sirve como metáfora de la violencia y la
obsesión por la seguridad. Con un metraje ajustadísimo y un guión de Laura
Santullo que adapta su propia novela homónima, Un monstruo de mil cabezas nos
cuenta la historia de Sonia Bonet
(Jana Raluy) una mujer cuyo marido padece un cáncer cuyos síntomas y avance
hacen peligrar su vida. Sonia decide buscar al doctor que se tiene que encargar
de tratarlo. Pronto se dará cuenta de que todo el mundo le da largas y la
aseguradora de la que es cliente rehúsa pagar el tratamiento al que su marido
tiene derecho. En un ataque de ira, ella buscará a todos los responsables y a
punta de pistola intentará descubrir qué está sucediendo.
Acompañada de su hijo
adolescente (soberbio también Sebastián Aguirre) Sonia inicia un camino de
perdición de consecuencias tan dramáticas como imprevisibles, consciente de
ello y cómo última posibilidad de salvar la vida de su marido, pone contra la
pared a los responsables de su tragedia íntima. Y el espectador conecta y
empatiza inmediatamente con ella cuando constata que la aseguradora, como un
eslabón podrido más del Estado, cuenta con sus propios subterfugios para eludir
sus responsabilidades, dejando a Sonia y a su familia desamparados, víctimas de
un sistema sanitario despiadado y responsable, por indolencia y negligencia, de
la muerte de muchas personas. El relato
alarma a cualquier espectador sensible más por el entramado de corrupción con
el que está confeccionado el andamiaje de la sanidad y las aseguradoras que por
la visceral reacción de Sonia, un estupor que deriva en repugnancia cuando uno
de los directivos de la compañía sanitaria confiesa ante la pistola de Sonia: “se opera a muertos para ganar un dinero
extra”. Plá firma un documento demoledor que levanta acta sobre los males
endémicos de un sistema corrupto hasta la médula.
15-“CALLE CLOVERFIELD 10” (10 CLOVERFIELD LANE, Dan Trachtenberg, 2016)
Tras dirigir dos cortometrajes, Calle
Cloverfield 10, representa el debut de Dan Trachtenberg debuta
en la gran pantalla con este largometraje que confirma todas las expectativas
puestas en él. Trachtenberg nos cuenta ahora cómo tras una desagradable pelea
con su prometido, Michelle (Mary
Elizabeth Winstead) huye en su coche con una maleta que ha hecho a toda prisa.
Durante el trayecto desde Nueva Orleans hasta Lake Charles, la joven escucha en
la radio noticias sobre unos misteriosos cortes de energía en todo el país,
aunque ella no presta demasiada atención. En un punto de una desierta carretera
sufre una violenta colisión con una
camioneta que la deja inconsciente. Al despertar, se encuentra encerrada en un
sótano. Un extraño hombre, Howard
(John Goodman) la ha secuestrado. Pero lo que él asegura es que la ha salvado
del Día del Juicio Final, pues un ataque químico ha dejado el planeta
inhabitable. En refugio también está Emmet
(John Gallagher Jr.), el joven vecino de Howard que le ayudó a construir la
estructura y que confirma la versión de Howard. Sin embargo, poco a poco,
Michelle y Howard encuentran agujeros en la historia de Howard y llegado un
momento, la pareja no sabe si creerle, pero aislados del mundo exterior por una
puerta hermética, tendrán que franquear la inexpugnable mente del
secuestrador si quieren sobrevivir.
Trachtenberg logra unos planos de una
belleza extraña e hipnótica, puro aroma del mejor cine para construir un relato
que cohesiona a la perfección ingenio narrativo e imaginería visual; tiempo,
espacio, tensión, emoción e imágenes que fluyen dotando de sentido cualquier
mínimo detalle de un misterio en forma de amenaza latente que siempre está fuera
de campo. Precisamente, habrá quien opine que Calle Cloverfield 10 no tiene sentido desde una lógica
convencional, pero son precisamente la incertidumbre, la angustia y el miedo
los soportes elementales de una trama de claustrofóbica, delirante, conspiranoica
atmósfera en la que ignorar lo que está sucediendo parece siempre la mejor
opción. Una película de factura
intachable muy superior a Monstruoso,
un ejercicio de estilo minimalista que desarrolla con maestría secuencias
memorables, también un espléndido y sentido homenaje a series como “Dimensión Desconocida” y genios que,
como Hitchcock y Carpenter, hicieron del cine un lugar común de emociones e
inspiración. Una película bellísima y electrizante que sólo se ve penalizada
por un final algo precipitado y que seguro estará entre los mejores estrenos
del año
La lista refleja tu predilección por el cine negro. Yo llevo cierto retraso y he visto muy pocos de los títulos que comentas, aunque tengo buenas referencias y caerán tarde o temprano, al menos las españolas.
ResponderEliminarSólo he visto cuatro películas de tu lista. Una de ellas, "Elle", estará seguramente en mi lista. "Calle Cloverfield 10" me gustó: es entretenida y original; pero creo que la dejaré fuera (de todas maneras, ya sabes que mis listas son un poco más cortas). Tampoco voy a incluir "Animales nocturnos", que fue una relativa decepción, o "El rei borni", que no me pareció nada del otro viernes.
Un abrazo.
Es lo que hay. Pero aún se me quedan fuera otras como "Paterson" y "Deadpool", pero como siempre me toca cumplir cuota con el cine latino, espacio geográfico y sentimental al que tanto quiero y al que tanto debe mi blog, así que algunas se tenían que quedar fuera. Sí, el thriller me apasiona, pero me gusta sobre todo el cine de género. Seguro que tu lista será competente, aun así, "El rey tuerto" es una gran película, sin duda está entre las tres españolas que más me han gustado este año, pero siempre he tenido la impresión de que el humor catalán es más apreciado fuera que dentro de Cataluña. De "Animales nocturnos" ya sabes lo que pienso, un film espléndido y muy inteligente. Y de "Calle Cloverfield 10", tras un segundo visionado me sigue pareciendo una película cautivadora. Eso sí, en mi humilde opinión, la mejor del año es "Que Dios nos perdone", y que me venga alguien con que en España se hace mal cine...
ResponderEliminarUn abrazo.