El director Craig Brewer debutó en el año 2005 con
un film en torno al rap titulado Hustle & Flow, un relato que fue
tildado en su momento de machista y que está protagonizado por Terrence Howard.
Una aseada historia de redención con una potente banda sonora. Eso sí, Brewer
la cagó con su remake de Footloose estrenado en 2011, pues si
la película seminal de 1984 no era para tirar cohetes, éste subproducto parecía
milimétricamente calculado para el fracaso. Tampoco la serie Empire
(2015) de la que el Brewer dirige
algunos episodios y que tiene como fondo el negocio musical, pasará a la
historia por su carácter memorable.
Centrándonos en Black
Snake Moan, una película cuyo guión está escrito por el propio director
y nos sitúa en un pequeño y típico pueblo de Tennessee. Allí, el viejo blusman Lazarus (Samuel L. Jackson) recoge a la
joven Rae (Christina Ricci) que yace
medio muerta al borde de la carretera. Rae, víctima de su voraz apetito sexual,
tiene mala fama en el pueblo. De modo que Lazarus decide secuestrarla para
intentar contener su furor uterino. Comienza a sí una aventura en común que les
lleva a enfrentarse a sus respectivos demonios, pero la situación se complica
cuando aparece Ronnie (Justin
Timberlake) el novio de Rae.
Con la crítica dividida, Black Snake Moan representó un soplo de
aire fresco en una actualidad cinematográfica muy constreñida aunque el relato
se impone como una fábula moral que deriva del ejercicio de redención que
llevarán a cabo tanto el viejo Lazarus, náufrago ante la pérdida de su amada
Rose, como de Rae, una ninfómana que arrastra el brutal trauma de los abusos a
que fue sometida por parte de su padrastro.
Lazarus tiene
una misión e intenta contener la erupción volcánica que surge de entre las
piernas de Rae (machacar a la serpiente a la que alude el título y que es el
símbolo del demonio), una fogosidad que ella no puede controlar. Estas dos
almas perdidas, tan diferentes, recorrerán juntos los páramos oscuros por donde
acechan los demonios para enfrentarse a
ellos y llevar a cabo un ejercicio de expiación que libere sus espíritus. Ni que decir tiene (a la vista está) que
Christina Ricci está super sexy en braguitas, con un minitop y atada a unas
cadenas (con el carácter icónico que tiene tan fetichista instrumento), dotando
a la acción de una carga bestial de erotismo en su relación con el veterano
cantante de jazz, que en determinadas ocasiones sobrepasa la el ambiguo tono
paternofilial que establece el director entre los dos personajes.
Christina Ricci (12 de febero de 1980,
Santa Mónica, California) lleva mucho tiempo refugiada en la televisión. Con su
1´53 m de estatura, esta actriz hija de un abogado y una ex modelo de Ford,
debutó junto a Cher en la comedia Sirenas (Richard Benjamin, 1990) y
se consolidó en las dos entregas de La familia Adams dirigidas por Barry
Sonnenfeld en 1991 y 1993. Los mejores títulos de su filmografía son La
tormenta de hielo (Ang Lee, 1997), Buffalo´66 (Vincent Gallo, 1998), Miedo
y asco en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998) Sleepy Hollow (Tim
Burton, 1999) y Monster (Patty Jenkins, 2003). Los fans de Ricci esperamos
verla pronto en la pantalla grande aunque sabemos que eso no depende de ella,
pues actrices con una belleza más deslumbrante no me han generado tanta picazón
y trastorno.
Salía muy sexy en "Sleepy Hollow" y también en "Todo lo demás", de Woody Allen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, pero por tus palabras deduzco que no has visto esta cinta que lleva camino de convertirse en un film de culto. Si tienes oportunidad (no es difícil de conseguir) te aconsejo que te des un homenaje y así, de paso, te haces una idea (aunque el post puede ayudar) del por qué la Ricci nos puso en en su día tan verracos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una de mis cuatro o cinco favoritas desde hace un montón de años, tiene un no sé qué especial, nunca será la sex symbol pero me come la cabeza muchísimo más que cualquiera de ellas.
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