"1898. LOS ÚLTIMOS DE
FILIPINAS" êêê
En el verano de
1898, en la pequeña aldea de Baler, en la isla Filipina de Luzón, un grupo de
soldados españoles luchan contra un grupo mucho más numeroso de nativos
insurrectos. Liderado por el coronel Enrique
de las Morenas (Eduard Fernández) y el teniente Martín Cerezo (Luis Tosar), el medio centenar de combatientes sufre
un asedio y se ven obligados a refugiarse en la iglesia del pueblo. El puñado
de militares españoles se mantiene un año sitiado sin rendirse porque estaban
convencidos de que la guerra de Filipinas aún no había acabado. Nunca se
creyeron los avisos del gobierno español y de los habitantes de la isla sobre
la cesión española del Imperio a los Estados Unidos, un tratado que se había
firmado en París entre los dos países. Debido a esto, los sitiados de Baler
fueron conocidos como “los últimos de Filipinas”.
Película de
intachable factura técnica y artística, 1898. Los últimos de Filipinas escenifica un acontecimiento trágico
incardinado en la memoria histórica de nuestro país. Y la historia está aquí muy
bien narrada, pues a las impecables interpretaciones de veteranos como Eduard
Fernández, Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Karra Elejalde y Carlos Hipólito, se
une el trabajo competente de actores jóvenes como Álvaro Cervantes, que como su
debutante director, se han fogueado en olvidables series televisivas. Como una
especie de western dramático y crepuscular, los soldados españoles sitiados son
constantemente atacados víctimas de su estupidez y un ridículo concepto del honor
y el patriotismo, resistiendo sin apenas víveres, con una noción alterada de la
realidad y un progresivo deterioro físico y anímico.
Y la verdad, el
relato, lejos de resultar maniqueo, se nos muestra veraz y atractivo gracias al
sólido libreto de Alejandro Hernández y la espléndida iluminación del paisaje
exótico a cargo de Álex Catalán, pero también a una aproximación más ajustada
de los hechos históricos de aquella que nos vendió el régimen franquista. Una fecha, 1898, que podemos concluir, supuso
la caída del Imperio Español, el fin de una era de colonizaciones que dio paso
a otra de incertidumbres en la que todavía estamos instalados. 1898.
Los últimos de Filipinas no es sólo una película sobre la supervivencia –tan
heroica como absurda- en la defensa de un último y ridículo bastión, también un
alegato antibelicista y un documento certero sobre la derrota, la miserable
idea de Imperio y el dramatismo de los que creyeron que la épica podía camuflar
sus instintos asesinos, el vicio de matar. Cine digno y bien rodado. Atención a la guapísima actriz filipina Alexandra Masangkay, de la cual os dejo aquí unas exquisitas imágenes.
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