Ecos de un cine perdido
ALIADOS êê
Director: Robert
Zemeckis.
Intérpretes: Brad
Pitt, Marion Cotillard, Lizzy Caplan, Matthew Goode, Jared Harris.
Género: Thriller
/ EE.UU. / 2016 Duración: 124 minutos.
La carrera del
veterano Robert Zemeckis ha mantenido
en el nuevo siglo un nivel más que aceptable desde que saludara la nueva era
con una de las mejores películas de su filmografía, Náufrago (2000). Así, Polar
Express (2004) un bello film de animación, Beowulf (2007) adaptación
de un poema épico con la digitalización de actores y una perfecta inmersión en
3D, Cuento
de navidad (2009) adaptación también en 3D del clásico de Dickens con
un asombroso despliegue de efectos especiales, El vuelo (2012) junto con
Náufrago
su mejor película en lo que llevamos de siglo y que incluye una soberbia
actuación de Denzel Washington, y El Desafio (2015) que basa su
premisa en la hazaña de un funambulista francés que recorrió sobre un cable la
distancia entre las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York, conforman un
sugerente festival mezcla de entretenimiento, modernismo, clasicismo y, en
definitiva, amor por el cine.
Aliados
nos sitúa en el año 1942 durante la Segunda Guerra Mundial. Max (Brad Pitt) es un espía del bando
aliado que se enamora de Marianne
(Marion Cotillard) una compañera francesa, tras una peligrosa misión en el
norte de África. La pareja comienza una relación amorosa y se casan, pero todo
cambiará cuando notifican a Max que Marianne puede ser una agente doble que
trabaja para los nazis.
Con un guión francamente mejorable de Steven Knight, Aliados es ante todo una historia
romántica en tiempos de guerra, lo que hace derivar la trama hacia los territorios
del melodrama. La premisa no es nada original si desde Casablanca (la acción
comienza en esa misma ciudad) sabemos que en los conflictos bélicos pueden surgir
los amores más puros y la guerra no puede borrar su huella aunque la historia
demande el sacrificio. Rodada al estilo de la vieja usanza la cinta se impone
más como un ejercicio de nostalgia hacia una forma de hacer cine perdida en la
noche de los tiempos, que como una aportación novedosa al género de espionaje
en donde ingredientes como el drama o el romanticismo se debaten -en una época
convulsa de supervivencia- en una espiral de sospechas, traiciones y
desconfianza. La trama, con ecos referenciales del maestro Hitchcock, tiene
poca fuerza como para generar la tensión afilada de películas como El
ojo de la aguja o las novelas de John Le Carre o Graham Greene que
parecen inspirar el libreto, le sobra glamour y sofisticación y le falta
progresión dramática.
Aliados
es, en su concepción de película filmada bajo los códigos de la vieja escuela,
una película esteticista, academicista y exuberante más preocupada porque los
espectadores concentren su mirada en la bella pareja protagonista, que derrocha
elegancia, perfume, sensualidad y una distinción algo apolillada, que en la
intriga bélica que siempre queda solapada por los escarceos de la pareja, que
sin derrochar una química especial se regalan un buen polvo en un automóvil
cubierto por otro polvo más tangible y material, el que provoca una tormenta de
arena.
Sí, un amor en
las turbulencias de un tiempo atroz, que dejó tierras y mares regados de
cadáveres y en donde las relaciones se consumen tras una cortina de fatales
sospechas. Un amor atravesando el dolor y la tragedia, en el frente, en la
sociedad civil, pasto de bombardeos, ataques y atentados. Un amor como resistencia,
fuente de vida, esperanza y paz. Con escasas set pieces de acción (el atentado
en Casablanca contra el embajador nazi, el enfrentamiento en la comisaría
francesa, las dos secuencias de bombardeos), siempre nos quedará la duda de si Aliados
construye todo su andamiaje como sentido tributo a los años dorados de
Hollywood en medio del hartazgo sobre la constante banalización del Séptimo Arte, o es
sólo un capricho de esencia vintage o demodé en el que no importa tanto el
fondo como la forma. En cualquier caso el resultado es el mismo: un film de
impecable puesta en escena cuyo lujoso envoltorio sólo guarda evanescentes aromas de otro tiempo.
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