Emitida por la cadena Cinemax, la serie Banshee
comenzó su andadura el 11 de enero de 2015 y finalizó su cuarta temporada el
pasado 20 de mayo del presente año. Escrita por Jonathan Tropper y David
Schickler (también en labores de director), esta producción televisiva
estadounidense sigue a Lucas Hood (Anthony Starr) un ex convicto y
ladrón profesional que sale de prisión tras haberse fumado una condena de 15
años. Una vez en libertad llega a Banshee (Pensilvania) y decide quedarse
usurpando la identidad de un sheriff llamado Lucas Hood, mientras se esconde de
los gángsters que le quieren matar después de venderlo al criminal conocido por
Mr. Rabbit (Ben Cross).
Me lo he pasado en grande viendo las cuatro temporadas de Banshee.
De acuerdo que no es una gran serie, que su trama está construida a partir de
múltiples clichés y que ni en la dirección ni en el amplio reparto encontramos
grandes nombres, pero no es menos cierto que resulta verdaderamente entretenido
todo lo que sucede en ese pueblo de mala muerte atestado de personajes
esquinados y en donde las cuentas del pasado y los nuevos problemas a los que
tendrá que hacer frente el ladrón que se hace pasar por sheriff (correcta
interpretación del para mí desconocido Anthony
Starr) dan lugar a situaciones rebosantes de acción, violencia y sexo. Algo
que el primer capítulo deja claro para que nadie se lleve a engaño sobre las
pretensiones de sus responsables.
Su carácter de puro divertimento, de artefacto de evasión sin ínfulas
logra dejar atrás los prejuicios para mantener un ritmo alto en cada episodio
de poco más de 45 minutos. Pues sabemos que tras cada jornada laboral de Lucas
Hood pegando hostias a diestro y siniestro nos regalará la guinda de una
escenita sexual con alguno de los muchos pibones locales. El pueblo, cosa
peculiar, reúne a una fauna variopinta (indios de una reserva, amish, bandas en
bicicleta…) con el encanto del mestizaje y lo pintoresco, cuestión que le va
muy bien al tono folletinesco de la trama. Ya en la primera temporada
encontramos una sabrosa miscelánea de capos de la droga, mafiosos rusos,
indígenas, nazis supremacistas… que conforman un cóctel explosivo y dan lugar a
secuencias surrealistas. Pero es que en ese endiablado pueblo llamado Banshee
todo el mundo parece llevar una máscara y nada es lo que parece, un lugar ideal
para desprenderse del pasado y adoptar una nueva identidad. ¿Sexo y violencia gratuita? Para algo que es gratis…
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