"EL HOMME IDÉAL" ★★★★
La sombra de Chabrol es alargada
En su segundo
film tras Captifs (2010), Yann
Gozlan nos narra la historia de un joven de 26 años, Mathieu (Pierre Niney) que sueña con convertirse en un gran
escritor aunque todo indica que tiene escasas dotes para ello. Mientras espera
que un día le llegue el reconocimiento sobrevive realizando trabajos
esporádicos en la empresa de mudanzas de su tío. Un día tiene que vaciar una
vivienda que ha quedado vacía tras morir su viejo y solitario inquilino. En una
de las habitaciones rebosante de libros, documentos y periódicos encuentra el
diario de guerra del anciano que acaba de fallecer, un veterano de la guerra de
Argelia. En su desesperación y cansado de trabajar duro en trabajos precarios,
Mathieu se da cuenta de que tiene entre sus manos una joya y decide publicarlo
con su nombre. De la noche a la mañana se convierte en la nueva promesa de la
literatura francesa y su vida toma el rumbo que siempre ha deseado. Pero no
todo sale como él esperaba cuando un chantajista comienza a extorsionarle.
Que Hitchcock ha
ejercido una fascinación hipnótica sobre varias generaciones de cineastas
franceses es algo ya ancestralmente contrastado, un magnetismo que se hace extensivo a la literatura de
Patricia Highsmith que ha sido adaptada en multitud de películas francesas como
A
pleno sol (Rene Clément, 1960), Le Meurtrier (Claude Autant-Lara,
1963), Dites-lui que je l´aime (Claude Miller, 1977), por poner unos
ejemplos. No es menos cierto que Yann Gozlan realiza un exultante ejercicio de
estilo bajo la inspiración de un pope de la cinematografía gala como Claude
Chabrol, para quien la mentira es la más mortal arma de autodestrucción dentro
de un juego de imposturas, engaños y falsedades que encierra siempre en una
jaula al arribista impostor.
Apoyándose en el excelente trabajo de
Pierre Niney, Gozlan, con un guión propio que funciona como un reloj suizo,
logra elevar la escalada de la tensión hasta límites enfermizos para articular
un relato que define al protagonista en su fatal itinerario por intentar salir
del funesto cul de sac en el que él mismo se ha metido con la intención de
alcanzar el triunfo en una sociedad decadente que abraza la cultura del éxito y
desprecia o excluye a los perdedores.
Es preciso
reflexionar sobre los efectos colaterales –tantas veces devastadores- de las
mentiras, pues desde el mismo momento en que Mathieu se deja arrastrar hacia
esa espiral adivinamos ya su suerte, su destino. Aun así empatizamos con él cuando
es capaz de mostrarnos que su amor hacia Alice
(deliciosa como siempre Ana Girardot)
es su verdad más pura. Ella, perteneciente a una riquísima familia, será
testigo de la creciente inquietud de Mathieu, lo que provoca una alerta errónea
en sus sospechas. El hombre perfecto cuenta con algunos giros y retruécanos
predecibles en un laberinto de sucesos excesivamente tortuoso, pero nada de
esto resta interés al asfixiante microclima habitado por personajes
interesantes que hacen la intriga tangible, personajes que se mueven entre la
cómoda autocomplacencia y el abismo del infortunio. Gozlan, tras salir indemne
del nudo gordiano, nos depara un desenlace nada apacible, y condena a Mathieu a
la más lacerante y perversa pena. Un film magnífico.
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