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lunes, 22 de agosto de 2016

DESLUMBRANTE APARICIÓN DE LUISA MORAES EN "SOLACE" (2015)


   
    El director brasileño Afonso Poyart (2 conejos, 2012) da el salto a Hollywood con este thriller que narra la historia de un detective del FBI, Joe (Jeffrey Dean Morgan) que junto a la también agente y psiquiatra Katherine Cowles (Abbie Cornish) están al cargo de un terrible caso: varias personas han sido asesinadas de una forma espantosa con el mismo método y no tienen ninguna pista de la identidad del asesino ni el por qué elige víctimas tan diferentes entre sí. Para intentar resolver el enigma, solicitan la ayuda a un doctor especialista con poderes psíquicos, John Clancy (Anthony Hopkins), que está retirado del mundo desde la muerte de su hija. El detective Joe trata de convencerle para que les ayude y vuelva al cuerpo en activo, aunque sólo sea hasta la resolución del caso.

    En forma de thriller psicológico en donde el componente dramático va quedando opacado por el asunto paranormal, Poyart construye un film irregular al que ni siquiera el esfuerzo del competente reparto puede dotar de altura, por un lado debido al flojo guión y por otro a lo trillado de la temática. Como si del juego del gato y el ratón se tratara, uno no puede sino sorprenderse por la habilidad de los poderes de ese mentalista al que da vida Hopkins, que sólo necesita tocar a las personas (también a las víctimas) e incluso a algún objeto que les pertenezca o con el que haya tenido contacto para automáticamente visionar todo su pasado y el inmediato destino que les espera. Un truco gastado y simplista que sin que medie explicación adivinamos pronto que será la clave de la resolución del caso. 


     Así, comprobaremos que el que suponemos un serial killer sin alma (Colin Farrell) resultará un asesino piadoso que cuenta con una sólida justificación moral para cometer los crímenes evitando a las víctimas un sufrimiento inútil. Dilema en el que apenas se profundiza y que se va difuminando entre continuos flash backs, las alarmantes visiones de la psique del doctor y su propio y desgarrador drama personal.  

   
    El film está construido con una argamasa de telefilm de sobremesa y la trama pierde mucho interés tras la primera aparición del asesino encarnado de forma eficaz por Farrel, sin que podamos evitar una molesta sensación déjà vu que nos invita a tomar distancia de la acción que transita ya por derroteros poco originales. No nos engañemos, el tema está ya muy manoseado y la única reflexión aprovechable apunta a la peliaguda cuestión de la eutanasia que nos incita a preguntarnos cómo reaccionaríamos nosotros si el supuesto que propone la película fuera viable y pidiéramos decidir antes de que una enfermedad letal y extremadamente dolorosa convierta nuestro cuerpo en un desahucio del alma. Personalmente, lo que más me ha gustado de la función ha sido la visión del cuerpo desnudo de la bellísima modelo brasileña Luisa Moraes, a quien tiempo atrás se relacionó sentimentalmente con el actor Orlando Bloom. Una mujer hermosa a la que tendremos que seguir a partir de ahora a pesar de su cortísima –y esplendorosa- aparición en este film de su compatriota. Seguro que ofertas no le van a faltar. Observen los fotogramas que ilustran este post y sueñen, sueñen, que eso en este país todavía es gratis.

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