“L´ULTIMO TRENO DE LA NOTTE”
El director italiano Aldo
Lado, que comenzó su carrera con dos celebrados giallos: La
corta noche de las muñecas de cristal (1971) con Ingrid Thulin y Jean
Sorel de protagonistas, y ¿Quién la ha visto morir? (1972) con
el efímero James Bond George Lazenby al frente del reparto, firmó a mediados de
los 70 la que sin duda es su película más conocida, Violación en el último tren
de la noche (L´ultimo treno della notte, 1975), un film que recuerdo haber
visto siendo apenas un adolescente varios años después de su estreno en un cine
de barrio de sesión doble. Pasado el tiempo la recuperé en Vhs para confirmar
que si bien el film del realizador italiano se imponía como un nada soterrado
remake de la película de culto y ópera prima de Wes Craven La última casa a la izquierda
(1972), la película de Lado era superior a la cinta que le servía de
inspiración y que, a la vez, estaba inspirada en El manantial de la doncella
(Ingmar Bergman, 1960).
La trama sigue a Margaret (Irene Miracle) y Lisa (Laura D´Angelo), dos amigas que
deciden pasar la Navidad en Italia en casa de los padres de ésta última. Para ello,
toman un tren desde Munich, pero durante el trayecto Lisa advierte al eminente
doctor Giulio Stradi (Enrico Maria
Salerno) que su llegada se va a demorar debido a la intromisión de dos molestos
gamberros, Blackie y Curly (Flavio Bucci y Gianfranco De
Grassi). Lo que el competente médico ignora es que las dos jóvenes se van a
convertir en las víctimas indefensas de unos pervertidos que montarán con ellas
una orgía de sexo y sangre con la complicidad de una señora de aspecto
respetable (Macha Méril) que se siente atraída por uno de ellos.
Habiendo señalado
la fuente de la que bebe Violación en el último tren de la noche,
que transita la misma fórmula de “violación y venganza” y que como el film de
Craven recrea un clima de impunidad donde los criminales campan a sus anchas en
busca de sangre inocente (y hablamos de la Europa más desarrollada), Aldo Lado
se las arregla para introducir un elemento distorsionador novedoso con la
figura de la distinguida dama que, a pesar de su impecable aspecto, esconde una
mente pervertida, psicótica y criminal, en perfecta afinidad con la pareja de
salvajes perturbados. La historia se construye inicialmente con la preparación
del viaje de las chicas y una escena familiar de la familia de Lisa, con el
abnegado doctor que intenta conciliar su trabajo de salvar vidas con su
presencia al lado de su familia en una fecha tan señalada como el día Navidad,
y su esposa esperando emocionada la llegada de su hija.
Al comienzo, las
dos amigas siguen el juego a los esquinados delincuentes en la suposición de
que sólo son dos gamberros con ganas de divertirse, aunque pronto se darán
cuenta de su carácter antisocial, temible y amenazador. Uno de ellos, Blackie,
adivina rápidamente la personalidad morbosa y promiscua de la misteriosa señora
y se la lleva al lavabo del tren para montárselo con ella, a partir de entonces
se convertirá un sorprendente aliado en un juego sádico espeluznante. No fue
buena idea hacer transbordo, pensarán las chicas, pero es demasiado tarde para
arrepentirse, quedando atrapadas en un vagón semivacío a merced de los dos
psicópatas.
Comienza así una
terrible pesadilla de la que no podrán huir, una espiral de horror que incluye
una atroz agresión sexual cuyos espeluznantes síntomas vemos reflejados en los
rostros de las víctimas. El último tramo del film está dedicado a la implacable
venganza que sigue un patrón similar a la perpetrada en el citado film de
Craven, con el doctor ofreciendo posada y comida a los criminales que han
atacado y vejado a su hija, sirviéndoles en plato frío su brutal y letal castigo.
El punto novedoso lo representa la dama enigmática del tren (el mal no sabe de
clases sociales) cuyo destino final me guardo. Con una excelente música de
Ennio Morricone, Violación en el último tren de la noche contiene las dosis
necesarias de erotismo salvaje, violencia, sadismo y morbosidad como para
interesar al aficionado al género, y aunque no inventa la rueda, está rodada
con profesionalismo y evidente carga emocional.
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