Por encima de actrices como Sharon Stone,
Kathleen Turner y Glenn Close, Linda
Fiorentino (Filadelfia, Pensilvania, 9 de marzo de 1958) es una de las
femme fatales más recordadas por los cinéfilos de mi generación, una actriz con
un carácter endiablado en el trato con los directores, equipos técnicos y compañeros
de reparto, pero con un indudable atractivo para el espectador, tanto por su
sinuosa y magnética personalidad como por sex appeal de chica corriente o
vecina de al lado. De ascendencia italiana, Linda sopesó estudiar derecho antes
de convertirse en actriz, pero se graduó en Ciencias Políticas por la
Universidad de Rosemont (Pensilvania). Debutó en la pantalla grande con la
tonta comedia romántica Loco por ti (Harold Becker, 1985), y
con ¡Jo,
qué noche¡ (After Hours, Martin Scorsese, 1985) elevó
la temperatura de la audiencia con su papel de esqueleto de apetecible estampa
y predilección por los juegos sexuales perversos.
Desde esta etapa, hasta que vuelve a
situarse delante de la cámara en el drama ambientado en los años 20 Los
Modernos (Alan Rudolph, 1988) pasaron tres años en los que no contó con
la confianza de ningún director, debido en parte a la fama que adquirió su
fuerte temperamento. En 1991 trabajó junto a John Travolta en la infumable
comedia romántica y musical Grita (Jeffrey Hornaday).
Termítocles López contó con su concurso
para la película independiente y de corte experimental Las
cadenas del deseo (1992) y protagonizó junto a Charlie Sheen la nefasta
película de acción Recuerdos que matan (Larry Ferguson, 1992).
Seguidamente, protagonizó para la pequeña
pantalla un par de telefilms, Amenaza peligrosa (Sam Irving, 1993)
y el western Acuerdo desesperado (P. J. Pesce, 1994). Fue en 1994 cuando la
carrera de Linda Fiorentino pegó un
salto cualitativo al protagonizar el excelente film neo-noir Falsa
seducción,
una película de bajo presupuesto dirigida por John Dahl con un potente guión de
Steven Barancik que sirvió de trampolín definitivo para el estrellato de la
actriz. The Last Seduction sentó las bases del personaje por el que se
recordará siempre a Linda Fiorentino, el de Bridget Gregory, una femme fatale
fría, calculadora, amoral y sin escrúpulos.
De no haberse estrenado en la televisión por
cable antes que en cines, Fiorentino hubiera sido una candidata firme por ese
papel en las nominaciones a los Oscar, pero debido a ello no fue ni siquiera
nominada. Aun así, el buen cinéfilo sabe que fue ella quien revitalizó el papel
de viuda negra en el cine de mediados de los 90, consiguiendo el Independent
Spirit Award, el BAFTA y el premio del Círculo de Críticos de Nueva York a la
Mejor Actriz. Un papel que quedaría adosado a su piel para siempre, como se
demostró con el fallido thriller dirigido por William Friedkin Jade
(1995), en el que daba oxígeno a una seductora y enigmática psiquiatra. Poco a
poco, la carrera de Linda fue languideciendo, y aunque todavía lograría un
cierto reconocimiento por su papel como único descendiente de Jesucristo en el
film Dogma
(Kevin Smith, 1999), y encarnando a la atractiva forense que prefería la
compañía de los muertos a los vivos en Men in Black (Barry Sonnenfeld,
1997), son pocos los espectadores que recuerdan títulos como Body
Count (1998), ¿De qué planeta vienes? (2000) o Escondido
en la memoria (1996) de nuevo a las órdenes de John Dahl.
Tal vez, algunos aficionados la recuerden
al lado de Paul Newman en la comedia de atracos Donde esté el dinero (Marek
Kanievska, 2000), y algunos más en el thriller irlandés Criminal y Decente (Thaddeus
O´Sullivan, 2000) en donde interpreta a una de las amantes de un criminal de
Dublín encarnado por Kevin Spacey. Concluyo esta especie de homenaje a esta
bella musa que me dejó huella recordando el último film que vi (no recuerdo si
en cine o en otro formato) protagonizado por la actriz de Filadelfia, En el
punto de mira (Kari Skogland, 2002) en el que daba vida a la mujer de
un fabricante de armas que es secuestrada por un hombre (Wesley Snipes) para
tratar de vengar así la muerte de su hijo durante un tiroteo en la escuela. Queda
el mito, y recordaremos siempre su aura de mujer independiente, dura,
sofisticada, hermosa, enigmática, fría y manipuladora que ha perseguido a la
actriz hasta su retirada de los focos, el glamour y las bambalinas. ¡GLORIA A
LINDA FIORENTINO!
Pues eso, una actriz de culto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, Ricard, y no sólo eso, a mí esta actriz me ponía siempre muy brutote porque era idéntica a una vecina que tenía en Barcelona a la que espiaba con prismáticos y, como ella lo sabía, se esmeraba en que las sesiones fueran lo más flamígeras posible, tomando el sol en top less, paseándose por la terraza de su ático en lencería... En fin, no te digo cómo acabó aquello pero fue ciertamente excitante, de ahí que me guste tanto "Doble cuerpo". En cualquier caso, "La última seducción" es una de las mejores muestras de cine negro de los años 90, un film con un guión de hierro en donde la Fiorentino clavó el papel de tórrida y manipuladora viuda negra.
ResponderEliminarUn abrazo.