CRAWL êêê
Ópera prima y única película dirigida
hasta el momento por el director australiano Paul China, Crawl tuvo una recepción
muy discreta en el Festival de Sitges a pesar de ser un film interesante en
algunos aspectos. La trama nos presenta al sórdido propietario de un bar de
mala muerte, Slim (Paul Holmes) que
contrata a un asesino a sueldo, El
Croata (George Shevtsov) para que elimina al dueño de un taller que le debe
dinero. Tras un accidente en el que muere su prometido, una inocente camarera
del bar de Slim, Marilyn Burns (Georgina Haig) se convierte en
presa del mismo asesino. Ahora, prisionera en su propio hogar, la joven deberá
tomar medidas desesperadas para mantenerse con vida.
Con claras reminiscencias al cine de
Alfred Hitchcock, John Carpenter y los hermanos Coen y su ópera prima Sangre
Fácil
(Blood
Simple,
1984), Crawl se impone como un ejercicio de estilo y aprendizaje, una
obra más valiosa por sus formas que por un contenido aletargado que estira
innecesariamente algunas secuencias de forma estéril, con un suspense que
inicialmente pone énfasis en las miradas, los gestos, los silencios, los
ruidos, las cortinas mecidas por la brisa y puertas que oscilan para crear una
tensión que se adivina vacua y que conduce irremediablemente a golpes de
violencia seca y brutal. Sin apenas diálogos, con un ritmo pausado y recursos
narrativos muy simples, China condensa sensaciones, estética, atmósfera y
pulsión sin acabar de rematar la faena, sin la clarividencia contundente de las
obras que dejan poso.
Aun así, la película merece una
oportunidad, los intérpretes cumplen dignamente con su papel y la magnífica
fotografía de Brian J. Breheny se impone como un elemento vital de la función,
creando una ambiente que mantiene el interés del espectador y logra camuflar
algunos agujeros del guión dotando a la acción de un tono de suspense clásico, con
lentos y elegantes movimientos de cámara que nos sumergen lentamente en una
tensa calma quebrada por explosiones
sangrientas y viscerales.
Impecable
en el aspecto visual, rácana vertiente narrativa, Crawl nos presenta a un villano con similitudes con el personaje …
al que da oxígeno Javier Bardem en No es
país para viejos (No Country for Old Men, Ethan y Joel Coen, 2007) y nos
muestra la belleza inmarcesible de Georgina Haig, máximos protagonistas de una
historia en la que no falta el humor negro y que contiene algunas escenas muy
bien planificadas, como esa en la que
el asesino llega a la casa de la joven camarera que espera inquieta a su novio
y que denota un fluido trabajo de cámara, o esa otra que protagoniza la otra
camarera, Lauren Dillon, acercándose a gatas hacia su pervertido jefe para
sufrir los fuertes cachetes en el trasero que éste le propina. Todo para
culminar un viaje a la mente trastornada de un psicópata tan excéntrico como
expeditivo.
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