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martes, 10 de mayo de 2016

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: “HARDCORE, UN MUNDO OCULTO” (1979)

  
    
   El reputado guionista y competente realizador Paul Schrader fue una de las figuras más representativas del Nuevo Hollywood. Nació y se crió en una familia y una comunidad, Grand Rapids (Michigan)  estrictamente religiosa, exactamente dentro de la vertiente del Cristianismo Protestante llamada Calvinismo. De hecho, Schrader no vio una película hasta que cumplió 18 años. Una educación tan castrante y represiva que influyó de manera decisiva en la temática de muchos de sus guiones y películas. Por mi parte, le agradeceré siempre los libretos de films magníficos como Yakuza (Sydney Pollack, 1974) y El expreso de Corea (John Flynn, 1977), y sobre todo de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) y Toro Salvaje (1980). En relación con lo que comentaba anteriormente sobre el peso de su educación en su obra, Schrader comento tras el estreno de la espléndida Posibilidad de escape (1992), que había hecho una película religiosa sobre un traficante.


       Hardcore, un mundo oculto sigue a Jake VanDorn (George C, Scott) que vive precisamente en la comunidad donde nació el director, Gran Rapids, una tranquila ciudad con fuerte arraigo religioso y en donde posee un próspero negocio de la industria maderera. La armonía de su entorno se romperá cuando su hija Kristen (Ilah Davis) desaparezca durante un viaje a California para una convención de las juventudes calvinistas. Desesperado, contrata a un detective privado, Andy Mast (Peter Boyle) para que la encuentre. No tardará en tener noticias, pues aunque Mast no sabe exactamente su paradero, le muestra una película pornográfica en donde aparece Kristen. Jake, hastiado de la indolencia de la policía y la peculiar personalidad del detective, decide, con la ayuda de Niki (Season Hubley) una joven que también se dedica al porno y la prostitución, sumergirse en ese mundo oculto para encontrar a su hija.


    Devoto cumplidor de los preceptos de la Iglesia Reformista Holandesa, Jake VanDorn (interpretado de manera solvente por George C. Scott) inicia la jornada con una reunión familiar navideña en torno a una opípara comida. Es puntilloso en las labores de su negocio y revisa personalmente hasta el mínimo detalle, cree en la gracia de Dios y en su justicia. Pero su fe se empieza a tambalear cuando su hija es captada por  una red de pornografía. Es entonces cuando inicia el descenso a un infierno que jamás, en los dominios de su tranquila comunidad, hubiese imaginado que existiese. Uno de los mayores aciertos de Hardcore es precisamente la habilidad del director para explorar el contraste entre la pacífica y arcaica vida rural de donde procede el protagonista, y el submundo del porno duro en ciudades californianas donde los sex-shop, las salas de cine X y los locales de sexo en vivo florecen como hongos.

    
     A Jake VanDorn no le queda otra alternativa que sumergirse en la cruda y sórdida realidad de un territorio peligroso del que se siente distante y que le asquea, explorar la cara más sucia, deprimente y violenta del cacareado sueño americano, que no es otra cosa que un vertedero humano en donde los sueños rotos, la prostitución, las drogas, la violencia y los abusos forman parte de la rutina del paisaje urbano.

    
     VanDorn cambia la seriedad de su traje por un atuendo acorde con ese submundo y decide hacerse pasar por un productor de películas porno, labor que le obliga a realizar castings, asistir a rodajes cutres e incluso a visionar películas snuff que representan el último círculo de un infierno que arde en consonancia con su ira. Cree que Dios le está poniendo ante una prueba que no sabe si superará. Todo es mucho más comprensible para el cínico y descreído detective al que da vida Peter Boyle, acostumbrado a ver toda clase de perversiones e inmundicias y tratar con una fauna urbana de lo más variopinta. Con una excelente puesta en escena y marcando de un modo eficaz las pautas del sombrío itinerario del protagonista, que se inicia en Gran Rapids y pasa por Burbank, San Diego, San Francisco y Los Ángeles, con la única misión de encontrar a su hija y sin otra opción que romper todas las limitaciones impuestas por su religión.


    Hardcore es un film pesimista sobre los designios de la condición humana que logra transmitir un mensaje moralista entre dos realidades: la de la vida en Grand Rapids, una sociedad cerrada, temerosa de Dios, retrograda y anclada en el tiempo, y la de una gran urbe como Los Ángeles, abonada al hedonismo y a toda clase de vicios y perversiones. De lo que finalmente huye la hija es de su padre, de una educación opresiva que limita sus ansias de libertad. El sufriente padre, lo comprenderá en su penosa travesía de un camino de expiación personal que alcanza su punto de ebullición cuando visiona la película porno en la que aparece su hija. Joel Schumacher dirigió en 1992 la interesantísima película Asesinato en 8mm, que aunque no podemos considerar un plagio, se impone como una película deudora del presente film.

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