El reputado guionista y competente realizador Paul
Schrader fue una de las figuras más representativas del Nuevo Hollywood. Nació y se crió en una familia y una comunidad, Grand Rapids (Michigan) estrictamente religiosa, exactamente dentro
de la vertiente del Cristianismo Protestante llamada Calvinismo. De hecho,
Schrader no vio una película hasta que cumplió 18 años. Una educación tan
castrante y represiva que influyó de manera decisiva en la temática de muchos
de sus guiones y películas. Por mi parte, le agradeceré siempre los libretos de
films magníficos como Yakuza (Sydney Pollack, 1974) y El
expreso
de Corea (John Flynn, 1977), y sobre todo de Taxi Driver (Martin
Scorsese, 1976) y Toro Salvaje (1980). En relación con lo que comentaba
anteriormente sobre el peso de su educación en su obra, Schrader comento tras
el estreno de la espléndida Posibilidad de escape (1992), que
había hecho una película religiosa sobre un traficante.
Hardcore,
un mundo oculto sigue a Jake VanDorn
(George C, Scott) que vive precisamente en la comunidad donde nació el
director, Gran Rapids, una tranquila ciudad con fuerte arraigo religioso y en
donde posee un próspero negocio de la industria maderera. La armonía de su
entorno se romperá cuando su hija Kristen
(Ilah Davis) desaparezca durante un viaje a California para una convención de
las juventudes calvinistas. Desesperado, contrata a un detective privado, Andy Mast (Peter Boyle) para que la
encuentre. No tardará en tener noticias, pues aunque Mast no sabe exactamente
su paradero, le muestra una película pornográfica en donde aparece Kristen.
Jake, hastiado de la indolencia de la policía y la peculiar personalidad del
detective, decide, con la ayuda de Niki
(Season Hubley) una joven que también se dedica al porno y la prostitución,
sumergirse en ese mundo oculto para encontrar a su hija.
Devoto cumplidor
de los preceptos de la Iglesia Reformista Holandesa, Jake VanDorn (interpretado
de manera solvente por George C. Scott) inicia la jornada con una reunión
familiar navideña en torno a una opípara comida. Es puntilloso en las labores
de su negocio y revisa personalmente hasta el mínimo detalle, cree en la gracia
de Dios y en su justicia. Pero su fe se empieza a tambalear cuando su hija es
captada por una red de pornografía. Es
entonces cuando inicia el descenso a un infierno que jamás, en los dominios de
su tranquila comunidad, hubiese imaginado que existiese. Uno de los mayores
aciertos de Hardcore es precisamente la habilidad del director para
explorar el contraste entre la pacífica y arcaica vida rural de donde procede
el protagonista, y el submundo del porno duro en ciudades californianas donde
los sex-shop, las salas de cine X y los locales de sexo en vivo florecen como
hongos.
A Jake VanDorn no le queda otra
alternativa que sumergirse en la cruda y sórdida realidad de un territorio
peligroso del que se siente distante y que le asquea, explorar la cara más
sucia, deprimente y violenta del cacareado sueño americano, que no es otra cosa
que un vertedero humano en donde los sueños rotos, la prostitución, las drogas,
la violencia y los abusos forman parte de la rutina del paisaje urbano.
VanDorn cambia la seriedad de su traje por
un atuendo acorde con ese submundo y decide hacerse pasar por un productor de
películas porno, labor que le obliga a realizar castings, asistir a rodajes
cutres e incluso a visionar películas snuff
que representan el último círculo de un infierno que arde en consonancia con su
ira. Cree que Dios le está poniendo ante una prueba que no sabe si superará.
Todo es mucho más comprensible para el cínico y descreído detective al que da
vida Peter Boyle, acostumbrado a ver toda clase de perversiones e inmundicias y
tratar con una fauna urbana de lo más variopinta. Con una excelente puesta en
escena y marcando de un modo eficaz las pautas del sombrío itinerario del
protagonista, que se inicia en Gran Rapids y pasa por Burbank, San Diego, San
Francisco y Los Ángeles, con la única misión de encontrar a su hija y sin otra
opción que romper todas las limitaciones impuestas por su religión.
Hardcore
es un film pesimista sobre los designios de la condición humana que logra
transmitir un mensaje moralista entre dos realidades: la de la vida en Grand
Rapids, una sociedad cerrada, temerosa de Dios, retrograda y anclada en el
tiempo, y la de una gran urbe como Los Ángeles, abonada al hedonismo y a toda
clase de vicios y perversiones. De lo que finalmente huye la hija es de su
padre, de una educación opresiva que limita sus ansias de libertad. El sufriente
padre, lo comprenderá en su penosa travesía de un camino de expiación personal
que alcanza su punto de ebullición cuando visiona la película porno en la que
aparece su hija. Joel Schumacher dirigió en 1992 la interesantísima película Asesinato en 8mm, que aunque no podemos
considerar un plagio, se impone como una película deudora del presente film.
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