Un hallazgo importante
LA INVITACIÓN êêêê
(THE INVITATION)
DIRECTOR: KARYN
KUSAMA.
INTÉRPRETES: LOGAN MARSHALL-GREEN, TAMMY BLANCHARD, MICHIEL
HUISMAN, JOHN CARROL LYNCH, MIKE DOYLE.
GÉNERO: THRILLER
/ EE. UU. / 2015 DURACIÓN: 90 MINUTOS.
Puede resultar sorprendente, pero Karyn Kusama, la directora de aquella
fallida aventura distópica protagonizada
por Charlize Theron, AEon Flux (2005) y de aquel pueril
invento de pseudoterror titulado Jennifer´s Body (2009), con Megan
Fox como principal estrella y un estridente guión escrito por Diablo Dody, ha
firmado una de las películas más inquietantes, hipnóticas y espeluznantes de la
última década. Y lo ha logrado con un presupuesto ajustadísimo y una galería de
buenos actores prácticamente desconocidos para el gran público. La película
provocó una verdadera conmoción en el pasado Festival de Sitges, alzándose con
el premio a la Mejor Película. El film está producido por Gamechanger Films,
productora que basa su filosofía en la igualdad de oportunidad de géneros
financiando proyectos independientes dirigidos solo por mujeres, y cuenta
además con un guión escrito por el marido de la directora, Phil Hay.
La historia es la siguiente: Will (Logan Marshall-Green) y Eden (Tammy Blanchard) formaban un
matrimonio feliz hasta que perdieron a su hijo años atrás. El trágico suceso provocó que Eden desapareciera de la noche a la mañana sin dejar rastro. Pero Eden ha
vuelto a Los Ángeles, se ha casado de nuevo y algo parece haber cambiado en ella.
Es algo que Will comprobará cuando recibe una invitación de Eden para celebrar los
buenos tiempos junto a ella y los viejos amigos. Will acude a la cita con su
pareja, Kyra (Amayatzy Corinealdi) y
una vez en la casa siente como Eden se comporta de un modo extraño, como si
algo turbador e irreconocible se hubiera apoderado de ella. Will está
convencido de que Eden y su marido, David
(Michiel Huisman) tienen unos planes siniestros para sus invitados.
La acción de la
cinta transcurre casi en su totalidad dentro de las paredes de una lujosa casa
situada en las colinas de Hollywood, un fascinante entorno que suele albergar a
familias de clase media-alta con profesiones liberales y muy bien remuneradas. No
obstante, el grupo de invitados resulta tan heterogéneo en su diversidad
psicosocial como los estereotipos a los que representan: parejas interraciales
u homosexuales, con problemas conyugales, el gordito impertinente y simpático,
el invitado que parece fuera de lugar y de oscuro pasado, la invitada desinhibida, la puritana que se
siente incómoda cuando empiezan los jueguecitos…
Kusama disemina pistas de que algo extraño pasa desde el mismo momento
en que Will y su pareja ponen los pies en la casa, marcando las pautas de una
tensión que va aumentando en cada escena, in crescendo de tono surrealista y
paranoico dentro de una atmósfera cada vez más asfixiante que encuentra en Will
(y su profunda herida emocional) el elemento distorsionador de una velada entre
amigos que dista mucho de ser un reencuentro entrañable. Kusama, con buen
pulso y una excelente labor de dirección de actores, dota a la función de una
ambientación claustrofóbica y alucinada jugando de manera magistral con los
espacios interiores, en donde se desarrolla la catarsis sentimental de un grupo
de antiguos amigos que derivará en una orgía sangrienta provocada por la locura
y el fanatismo de unos torpes y
enajenados visionarios.
La Invitación, además de un
espléndido y terrorífico thriller sobre los peligrosos artificios que buscan los seres humanos para
refugiarse y despojarse de los traumas del pasado y las insatisfacciones de la
propia existencia, se eleva también como un grito de alerta, tal vez de
auxilio, de una generación desnortada que busca sensaciones con las que rellenar
su vacío, vidas incapaces de disfrutar de las cosas sencillas y bellas e
instaladas en el capricho y el confort como válvulas de escape de una realidad
deprimente. De ahí el demoledor plano final.
Dicho está, lo mejor de La Invitación no surge de las señales, giros e imprevistos de una historia que anuncia un clímax previsible, sino de su perturbadora y delirante atmósfera, que confiere al espacio una dimensión malsana, y revela un peligro inherente tan físico como cercano, tan agobiante como amenazador. Así, la función avanza con la precisión de un reloj suizo por un laberinto de engaños y trampas en donde la incomodidad se siente con la misma presión dentro como fuera de la pantalla, hasta que la tensión acumulada estalla de manera seca, cortante y brutal, algo que podíamos intuir a través de la psicología de algunos personajes, siervos devotos y demenciales de una de esas sectas del fin de los días. Un hallazgo importante.
Dicho está, lo mejor de La Invitación no surge de las señales, giros e imprevistos de una historia que anuncia un clímax previsible, sino de su perturbadora y delirante atmósfera, que confiere al espacio una dimensión malsana, y revela un peligro inherente tan físico como cercano, tan agobiante como amenazador. Así, la función avanza con la precisión de un reloj suizo por un laberinto de engaños y trampas en donde la incomodidad se siente con la misma presión dentro como fuera de la pantalla, hasta que la tensión acumulada estalla de manera seca, cortante y brutal, algo que podíamos intuir a través de la psicología de algunos personajes, siervos devotos y demenciales de una de esas sectas del fin de los días. Un hallazgo importante.
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