Un producto tan huero como plúmbeo
LA SERIE DIVERGENTE: LEAL (1ª PARTE) ê
DIRECTOR: ROBERT SCHWENTKE.
INTÉRPRETES: SHAILENE WOODLEY, THEO JAMES, JEFF DANIELS,
NAOMI WATTS, MILES TELLER, ANSEL ELGORT.
GÉNERO: CIENCIA
FICCIÓN / EEUU / 2016 DURACIÓN: 121 MINUTOS.
Parece que
estamos llegando al final de esta plomiza y olvidable saga con un capítulo
final dividido en dos partes, ésta que se acaba de estrenar y la segunda parte
que tiene previsto su estreno para 2017. Una jodienda para sus seguidores
(entre los que ni mucho menos me encuentro) pues se guarda la escasa metralla
para la próxima entrega rompiendo así el
clímax de este capítulo. La serie, mala que amarga, ha ido degenerando con cada
entrega, sobre todo, desde que gran parte del público se dio cuenta de que
estos artefactos en forma de aventuras juveniles sobre un futuro distópico se
hacen como churros con el único objetivo de sacar tajada en la taquilla, un
negocio que ya no da para más aunque las productoras hollywoodienses se empeñen
en ordeñar las ubres hasta la última gota. De ahí el obsceno recurso de dividir
el capítulo final de la adaptación del último libro de la trilogía escrita por
la novelista Verónica Roth en dos partes. Decisión fallida viendo el resultado
de esta torpe e insignificante La serie Divergente: Leal (1ª parte).
Intenten pronunciar el título completo cuando compren la entrada en taquilla y
les regalarán una sonrisa.
Veamos: Tras las
revelaciones trascendentales de “Insurgente”,
Tris (Shailene Woodley) debe escapar
con Cuatro (Theo James) e ir más
allá del muro que rodea Chicago. Por primera vez dejarán la única ciudad y
familia que conocen. Una vez fuera, todo aquello que presumían como cierto,
pierde cualquier sentido tras la revelación de las nuevas verdades: Tris y
Cuatro deben decidir rápidamente en quien confiar mientras se inicia una guerra
despiadada que amenaza a la humanidad. Para sobrevivir, Tris se verá forzada a
tomar decisiones imposibles sobre el coraje, la lealtad, el sacrificio y el
amor.
Entender el sentido grosero de esta saga
como vehículo para hacer caja a través de una serie de películas de ciencia
ficción zarrapastrosa (ni he leído ni pienso leer las novelas que adapta) es
entender la maquinaria utilitarista de Hollywood como una fábrica que poco a
poco va olvidándose de la creatividad y las esencias artísticas para
convertirse en una empresa de consumo fácil, rápido y rentable. Leal (abreviemos nosotros) parte de un
guión horrible, un batiburrillo que resulta ridículo tanto en su huera
pretenciosidad como en su nula originalidad, un plagio descarado que copia sin
rubor la premisa de otras sagas como Los
juegos del hambre y El corredor del
laberinto, y que al igual que la primera sitúa al frente de la aventura a una
heroína que nunca quiso serlo. Así, el invento no pasa de ser un lujoso
telefilm, un espectáculo menor para un público adolescente que ve cómo está
cerca el final de la serie y su corajuda heroína ha evolucionado poco, enredada
en sus romanticones devaneos con Cuatro en una relación que no proyecta química
alguna. Leal no puede servir de
espejo ni al más bobo adolescente que intente ver en el film reflejadas sus
ansias de rebeldía y transgresión contra el establishment, pues todo resulta
estéril o alucinado en esta tópica
historia de diseño que se atreve a apuntar interesantes –aunque manidas-
reflexiones que nunca desarrolla.
La narración abre todo un abanico de
dilemas sobre la mutación del genoma humano y sus consecuencias (nueva vuelta
de tuerca a la eugenesia nazi) y nos
muestra una simplona metáfora sobre la terrible situación de los refugiados que
se vive en la actualidad, reflejados en esos divergentes de la ciudad de
Chicago cercada por las facciones del poder. El problema es que estas cuestiones
apenas están esbozadas y Robert Schwentke todo lo fía a una aburrida persecución por un paisaje
devastado y postapocalíptico con resonancias a Mad Max en donde nadie
escapa al ojo del gran hermano y sus múltiples artilugios de vigilancia y
persecución: naves, vehículos high-tech y recursos visuales que sin saber de
dónde salen te trasladan de escenario en un instante. Pues así de caprichoso es
este pastiche enmarañado sin lógica interna. En su fuga, Tris, Cuatro y
compañía se darán de bruces con La Agencia, una organización al frente de la cual
está David (Jeff Daniels desubicado)
que tiene como objetivo conseguir la pureza genética. Vamos, fascismo puro y
duro que divide a los “puros” y a los “defectuosos”. Y uno se pregunta qué hace
Naomi Watts en esta indigesta menestra como lideresa de los rebeldes ¿tan mal
está la faena en Hollywood para las actrices maduritas? En fin, un artefacto
cocido por completo en pantalla verde (o croma) que deja entrever casi todos
los artificiosos efectos CGI. Una tontería, una pérdida de tiempo.
Estoy de acuerdo con todo lo que dices:la película,que la vi en la tele no hace mucho, es un pestiño mal frito. Lo único interesante y que me hizo verla hasta el final se llama Shailene Woodley, la vi por primera vez en la excelente película de Alexander Payne Los Descendientes y me quedé fascinado por ella.Claro está que los mimbres que tenía para la composición del personaje no eran los mismos que en esta que reseñas... tengo esperanza de que en el futuro le den papeles más interesantes y que también tenga suerte al elegirlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, Pascasio, después del partido infartante que me regaló -una vez más- mi Atleti ayer, que me ha tenido toda la noche hiperventilando y confirma que nuestra capacidad de sufrimiento carece de límites, espero un fin de semana cinéfilo por todo lo alto. Se estrena alguna cosita interesante esta semana.
ResponderEliminarTienes razón y argumentos, si has visto en la tele alguna entrega de esta saga ya tendrás una idea de que no vale la pena pasar por la taquilla. Yo prácticamente veo todo lo que se estrena porque el cine me sale gratis y no encuentro mejores cosas que hacer una tarde de sábado o domingo, pero si tuviera que pagar no gastaría mi dinero en ver estas boludeces en la pantalla grande, como diría el director de mi periódico.
A ver, para nuestros lectores, buenas películas de ciencia ficción distópica son: Blade Runner, Dark City, Gattaca, Fahrenheit 451, Minority Report, La carretera, V de vendetta, Brazil, 12 monos y, por supuesto, La Naranja Mecánica. Esto a vuela pluma, si me paro a pensar sale alguna más aprovechable.
Comparadas con éstas, sagas como Los juegos del hambre, y mucho menos El corredor del laberinto o Divergente, me parecen pueriles artefactos infantiles.
Un abrazo.
Se me olvidaba. Shailene Woodley estuvo bien en Los descendientes, pero tiene que cambiar esa cara de estreñida. No niego que pueda llegar a ser una buena actriz, físicamente no me encandila.
ResponderEliminarOtro abrazo.