CREED. LA LEYENDA DE
ROCKY êêê
(Ryan Coogler, 2015)
El director Ryan
Coogler es el firmante de la que fue para este cronista una de las mejores
películas de 2013, Fruitvale station, un excelente film-debut que narra un suceso
real: a las 2 de la madrugada del día 1 de enero de 2009, la policía disparó y
asesinó al joven afroamericano Oscar Grant III cuando se encontraba
inmovilizado en el suelo de la estación de trenes de cercanía Fruitvale Bart
Oakland (California), un terrible y doloroso suceso que es cualquier cosa menos
novedoso; en California la policía comete más de cien homicidios al año. Las
mayorías de las víctimas son afroamericanos o hispanos, por lo que podría
decirse “año nuevo, la misma vieja historia”. Este magnífico film no se ha
llegado a estrenar en nuestro país, si lo ha hecho su segundo largometraje, Creed.
La leyenda de Rocky.
La película nos presenta a Adonis Johnson (Michael B. Jordan), el hijo no reconocido del
legendario boxeador Apollo Creed, al que no llegó a conocer porque murió antes
de que él naciera. Adonis lleva también el boxeo en la sangre, por lo que viaja
a Filadelfia, escenario del último y trágico combate de su padre, para conocer
a Rocky (Sylvester Stallone), que
aunque fue un enconado rival de su padre también les unía una fuerte y sincera
amistad. Rocky, que ahora regenta un bar, se alejó del mundo del boxeo hace ya
mucho tiempo, pero ve en Adonis la misma fuerza y determinación que tenía
Apollo. Finalmente acepta entrenarle a pesar de que un diagnóstico médico le
llevará a enfrentarse con el rival más letal de todos.
Buen trabajo de
la pareja protagonista con un Michael B.
Jordan atractivo y sobrio (merecía estar nominado al Oscar y de ahí la
polémica sobre racismo que apunta a la Academia) y un Sylvester Stallone justamente nominado como mejor actor de reparto
y con serias opciones de llevárselo. Creed es un film vigoroso y
entretenido, y aunque el pasado año vi un film de temática boxística que me
gustó más, Southpaw (Antoine Fuqua, 2015), el film de Coogler se eleva
como una de las mejores entregas de la saga (sólo por detrás del film original
de 1976) al prolongar de manera respetuosa, contenida y eficaz el tradicional
universo y ofrecer los suficientes alicientes para construir un arco dramático
consistente sin perder la esencia de la cinta seminal. La película, que huele
menos a gimnasio, sangre y linimento que otras producciones de este subgénero,
abre su mirada para seguir la relación sentimental de Adonis con su hermosa
vecina, y sobre todo, anuda el lazo casi familiar de la joven promesa con el
achacoso e idolatrado Potro Italiano, de cuyas experiencias y conocimientos
aprenderá, siempre con el recuerdo inmanente del gran Apollo Creed, cuya dramática
muerte le dejó muy tocado.
Creed es un film edificado desde la
nostalgia y el peso de un pasado teñido de arrepentimiento y sufrimiento, una
oda al reconocimiento de los viejos héroes. Los combates están muy bien
rodados; el primero de ellos nos acerca a los ritos supremos de la contienda
mostrando el lado humano y físico del espectáculo; el combate del clímax final
pone énfasis en la épica de aquella máxima de Rocky que te hace encajar todos
los golpes y resistir hasta el final hasta vaciar de fuerzas al contrincante.
Como historia de superación, ésta puede ser la mejor victoria de Rocky desde la
esquina del cuadrilátero, una apoteosis final que desde el cielo celebran su
amada Adrian y el gruñón y borrachín Paulie.
A mí me gustó, oye. Y, será la nostalgia, Stallone me emocionó. No sé si ya hay sitio para nuevos héroes de acción tan generacionales como este, pero creo que he visto la mayoría de sus bodrios en pantalla grande y con los amigos, como debe ser. Vaya, con decir que "Yo, el halcón" desató una fiebre de campeonatos de pulsos en mi instituto. En fin, La peli esta me pareció bien rodada, los combates, fantástico. Eché de menos un poquito más de garra, cosa que sí tenían "Southpaw" o "The fighter". No puedo ser parcial con un subgénero, el drama de boxeo, que se cuenta entre mis favoritos. Ahora que lo pienso, no sé si "Toro salvaje" entra en el género. De acuerdo que está el boxeo de fondo, pero no sigue la tónica habitual, siempre me ha parecido más un dramón sobre los celos (fabuloso, eso sí).
ResponderEliminarUn abrazo
Pd: el plano final...pura nostalgia
Pues, qué bueno que como a mí te guste este subgénero de la temática boxística. Ya que así te puedo hacer una recomendación que seguro que me agradecerás: "The challenger" (Kent Moran,2015), un excelente film sobre un boxeador que desea dejar atrás la vida mísera del Bronx.
ResponderEliminarA mí me gustó más "Southpaw" que "Creed" por dos cuestiones; tengo debilidad por Jake Gyllenhaal; y porque, como bien dices, me gustan que las historias sobre boxeadores estén movidas por una fuerte carga dramática y que el elemento de superación se traslade al ring de manera volcánica.
Sí, "Toro salvaje" (puedes leer la crítica en mi blog) pertenece al género, pero además tiene el aliciente de estar basada en la vida (superación, triunfo, descenso al infierno y redención) de Jake La Motta, un tipo paranoico y violento que convirtió en una pesadilla a vida de todos aquellos que le rodeaban. Es curioso que la década de los 80 comenzaran con dos películas tan antitéticas y brutales como ésta y "Maniac", el sucio y perturbador film de William Lustig que tan grabado ha quedado en la memoria de los aficionados que asistimos a su estreno y que nos dibujó un Nueva York amenazante, decadente y desangelado.
De "Creed" me gusta mucho la secuencia de las motos haciendo caballitos por las calles de Filadelfia siguiendo a Johnson en su carrera hasta el apartamento de Rocky; otra escena rebosante de una corrosiva melancolía.
Un abrazo y gracias por tus comentarios.
Nota: sabrás que "Marcado por el odio" (Robert Wise, 1956) iba a ser protagonizada por James Dean junto a la que era su pareja sentimental entonces, Ana María Pier Angeli (por lo que se ve Anton Corbijn no cree que fuera homosexual), pero debido a su temprana y trágica muerte fue sustituido por Paul Newman que lo bordó, pero todavía me preguntó si el llorado Dean hubiera dado el do de pecho en el rol de aquel mítico boxeador Rocky Graziano, de donde copió el nombre Sly para su oscarizada película de 1976.