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sábado, 5 de septiembre de 2015

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: "CÓDIGO DESCONOCIDO" (2000)

CÓDIGO DESCONOCIDO
(CODE INCONNU: RÉCIT INCOMPLET DE DIVERS VOYAGES)
Drama - Francia, 2000 - 117 Minutos.
DIRECTOR: MICHAEL HANEKE.
INTÉRPRETES: JULIETTE BINOCHE, THIERRY NEUVIC, SEPP BIERBICHLER, ALEXANDRE HAMIDI.


    Y regresó mi adorado Michael Haneke para poner las cosas en su sitio. Un hecho aparentemente banal, pero humillante, como es que un adolescente tire un papel arrugado a las manos de una mendiga que pide limosnas en un concurrido bulevar de París, es el incidente que hace confluir las vidas de varios personajes muy dispares; Anne (Juliette Binoche) una chica empeñada en triunfar en el mundo del cine; Amadou (Ona Lu Yenke) un monitor musical que trabaja en una institución para sordomudos; María (Lumunita Gheorghiu) una inmigrante rumana que malvive mendigando y que envía a su país todo el dinero que gana. 


    Estamos ante otra gran creación del director de la escalofriante Funny Games (1997) -uno de mis clásicos films de cabecera-  en donde el realizador austriaco trazaba una disección clínica y atroz de la violencia, y muy recientemente se han estrenado su último y espléndido film, La pianista, una película que revela sin pudor las obsesiones y las patologías sexuales de una profesora de música que lleva una doble vida. En Código desconocido, estrenada unos meses antes que la anterior, nos sumerge en una violencia más pérfida y alevosa, la que genera la incomunicación, un tema de mayor calado en nuestra falsa sociedad del bienestar que la representación misma de los límites de la violencia. Haneke, a través de ese altercado que se origina -el papel tirado a las manos de la mendiga- indaga en la vida de unos personajes que se cruzan por azar -un tema recurrente en toda su obra- trasladándonos a entornos surcados por el fracaso, la inseguridad, la soledad y el drama.
    
     
     La cámara nos guía por un recorrido laberíntico sin salida ni respuestas, y nos enfrenta a múltiples preguntas que se amplifican en el espectador más receptivo, que pronto advertirá su falta de reflejos, su insensibilidad ante la adversidad y las desdichas ajenas, pues Code Inconnu  expone con dureza algunas muestras de la ponzoña que consume a nuestra moderna sociedad. Así, en una de las escenas más emotivas, Juliette Binoche es asediada en el metro por unos jóvenes delincuentes magrebíes, sólo un anciano, sobrepasado ya por la vergüenza y el hastío, se arriesga a enfrentarse a ellos, Binoche le da las gracias mientras deja escapar, entre lágrimas, la angustiosa tensión acumulada. Nada me cuesta reconocer que, por algún extraño resorte emocional/sensorial ninguna otra escena, y digo ninguna, ha estimulado mi llanto tan desconsoladamente en un cine. París, como una nueva Babilonia multirracial, de una riqueza cultural exquisita, pero también fría y desconfiada, amamantando a la sombra de los fastos de la nueva Europa otros miedos a los que combatir. Es ahí, en la desazón urbana, donde el plano-secuencia cobra efectos de ritual en manos de este virtuoso realizador, un territorio cada vez más inhóspito y hermético, en el que los personajes más o menos definidos desarrollan los peores tics de su automatismo global, siendo, sin embargo incapaces de ocultar su infinita tristeza.

    
     Siento por Michae Haneke una enorme devoción, es, sin duda, uno de los mejores hallazgos de las últimas décadas, lo demuestra una vez más en este relato sin fin, su mirada hiriente percibe con nitidez el dolor y el escarnio en los tiempos del cólera, los males del mundo que nos ha tocado vivir, la vívida representación de una realidad que nadie debería obviar. Una mirada flamígera que siempre me hace reflexionar sobre cuestiones para las que no hay respuestas. Código desconocido fue para mí la mejor película extranjera del año 2001.   

      

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