Una joya, una obra de culto instantánea
WATCHMEN êêêêê
DIRECTOR: ZACK SNYDER.
INTÉRPRETES: BILLY CRUDUP, JACKY EARLE HALEY,
MALIN ACKERMAN, JEFREY DEAN MORGAN, PATRICK WILSON, MATHEW GOODE.
GÉNERO: DRAMA / EE.UU./ 2009 DURACIÓN:
160 MINUTOS.
Parecía imposible, de hecho durante mucho
tiempo así ha sido, pero si había alguien con la visión y el talento necesario
para trasladar a la pantalla grande la obra magna del genial Alan Moore y el dibujante David Gibbons, una compleja novela
gráfica publicada por entregas allá por la mitad de la década de los ochenta,
el elegido era, sin duda, Zack Snyder,
que ya nos dejó con la boca abierta que con su celebrada adaptación de la obra
maestra de Frank Miller 300. Superando todas las
expectativas, WATCHMEN no defraudará a los fans del cómic ni en el aspecto
visual ni en las profundidades laberínticas, intelectuales, filosóficas y
psicológicas de su línea narrativa, cuidando hasta el mínimo detalle y con un
respeto absoluto hacia el material que le sirve de fuente. Se nota que Snyder
no sólo es, junto con Christopher Nolan, el mejor adaptador de historietas al
medio visual de la historia, pues se erige también en uno de los máximos defensores
del 9º Arte como la expresión artística más cercana a la ciencia cinemática.
La acción nos sitúa en Nueva York en el
pasado cercano de 1985. Estados Unidos ha ganado la guerra de Vietnam, Richard
Nixon ocupa la Casa Blanca
en su tercer mandato y el mundo está al borde de una guerra nuclear. En este
convulso escenario asistimos al relato que tiene como protagonistas a unos
superhéroes del pasado y del presente ya jubilados por una ley gubernamental y
que se sienten preocupados por el asesinato de uno de ellos, un héroe de los
cuarenta apodado El Comediante
(Jeffrey Dean Morgan). Uno de sus proscritos compañeros, el vigilante
enmascarado conocido por Rorschach
(Jackie Earle Haley), quien acompañado de Buho
Nocturno (Patrick Wilson) y Espectro
de Seda II (Malin Ackerman) se encarga de investigar su muerte y descubre
un complot para matar y desacreditar a todos lo superhéroes. Pero Rorschach no
recibe mucha ayuda del Dr. Manhattan (Billy Crudup), el único de
ellos que tiene superpoderes y gracias al cual Estados Unidos ganó la guerra de
Vietnam, un elemento clave en la alianza porque a medida que avanza en su
investigación, recogida en forma de diario, se dará cuenta de que se enfrentan
a un enemigo muy poderoso cuyas acciones tendrán graves consecuencias para el
futuro.
El excéntrico y mesiánico Alan Moore nada
ha querido saber de la adaptación fílmica de una novela gráfica que la revista “Times”
incluye entre las mejores escritas en lengua inglesa desde 1923 hasta nuestros días
(“Nunca veré esa jodida cosa”, ha afirmado). Moore siempre ha renegado de las
adaptaciones fílmicas de sus obras alegando que lo que funciona en un medio
pierde su pureza en su adaptación a otro y no funciona tan bien. Respeto las
opiniones de Moore aunque me importan un carajo –soy un enamorado de su obra,
no colaboro en sus pajas mentales-, Snyder ha realizado una adaptación tan
escrupulosa y literal del relato gráfico que de no haber sido así (arriesgándose
a la maldición eterna de la cofradía de fans) el resultado no sería tan
brillante ni tan magnético. En WATCHMEN se aprecia la seriedad, el
esfuerzo, el riesgo asumido por su director y el equipo de producción para no
defraudar a la inmensa legión de incondicionales fundamentalistas y
presentarles la película con la que siempre habían soñado, pues a pesar de su extenso metraje el film nunca
pierde fuelle y se nos salen los ojos de sus órbitas ante el virtuosismo
escenográfico y el portentoso despliegue visual, con esa pirueta secuencial de
créditos al son de “Times are Changing” de Bob Dylan, que en pocos minutos
concentra de forma esclarecedora la progresión del grupo de superhéroes a
través de acontecimientos históricos –conocidos en su primera generación en los
años 40 como “Los Minutemen”- hasta que en los años setenta una ley obliga a
retirarse a una segunda generación de éstos. Snyder sintetiza en poco más de
diez minutos los tiempos de ese mundo alternativo
desarrollado en la novela gráfica con un toque personal que denota su alto
registro como de autor y que nos brinda un comienzo dinámico, estimulante y
nada encorsetado.
Tan
alentador que en WATCHMEN se disfruta
cada plano, el carácter puntilloso y detallista del cineasta nacido en
Wisconsin –ya demostrado en 300- lo
observamos no sólo en la construcción mimética de personajes tan poliédricos
(miserias, secretos oscuros, dilemas éticos y debilidades humanas de los
vigilantes), también en su habilidad para visualizar un diseño de producción
que ambienta de forma esmerada la
City , una Nueva York reconocible, desastrada, sórdida y
decadente que nos devuelve a las atmósfera sucia y alienante de las malas
calles de Taxi Driver. De entre
todos los personajes es Rorschach (prodigiosa interpretación de Jackie Earle
Haley) quien tensiona la contenida plasticidad del film, vigilante atormentado,
misterioso y sanguinario de unas calles asquerosas, siempre mojadas y
rebosantes de putas, chaperos y maleantes, por las que camina como una sombra
sin activar sus brutales instintos. Su máscara es su cara y se erige en
protagonista en la escena más bestial y climática de la función: tras ser
psicoanalizado es recluido en una celda del pabellón de los presos comunes que
en su mayoría fueron encerrados por su culpa y que le tienen muchas ganas.
Pero el menudo y pulcro Rorschach no es un
tipo que se amilane fácilmente, pronto encontrará la salida a través de una
masacre balsámica. Asimismo, resulta sorprendente el clasicismo de una puesta
en escena que alimenta un universo distópico y autodestructivo a cinco minutos
del holocausto nuclear, la llegada del Apocalipsis redentor que destruirá un
mundo corrupto donde ni siquiera los héroes enmascarados quedan a salvo de la
imperante puerca moral. WATCHMEN recrea un
fantástico fresco no apto para un público púber –más por su complejidad que por
su violencia o áspera sensualidad- que retrata con pesimismo y desazón los
males endémicos de la sociedad de finales y principios del siglo XX (esa
tétrica escena del entierro de El Comediante con las Torres Gemelas como telón
de fondo) que nos induce a pensar en la transversalidad ideológica del relato
como panel retrospectivo de nuestra poco edificante historia. Una joya, una
obra de culto instantánea.
Pues, si te digo la verdad, me pareció entretenida y solvente pero tampoco me entusiasmó demasiado. Tenemos el cómic en casa pero no tengo narices de leerlo; cada vez que veo ese tocho me tiemblan las piernas. A ver si cuando me jubile me pongo con ello y, si me sobra tiempo, me leo "En busca del tiempo perdido", de Proust.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también tengo una primera edición del cómic y me lo vendimié enseguida; soy un gran aficionado al 9º arte. Bueno, lo que hago es una reivindicación de un film que fue defenestrado por parte de la crítica pero que para mí gana en cada visionado. Esta última vez, en proyector Blu-ray, he disfrutado de su visionado y de una historia con muchas más aristas y más tenebrosa de lo que me pareció en las dos anteriores ocasiones. Una peli muy guapa.
ResponderEliminarUn abrazo.