TOMORROWLAND: EL MUNDO DEL MAÑANA êêê
DIRECTOR: BRAD BIRD.
INTÉRPRETES: GEORGE CLOONEY, BRITT ROBERTSON, HUGH LAURIE,
RAFFEY CASSIDY, JUDY GREER.
GÉNERO: CIENCIA
FICCIÓN / EE. UU. / 2015 DURACIÓN: 130 MINUTOS.
Tomorrowland fue
una de las últimas áreas (también conocidas por Tierras) construidas por Disney
Imagineering de las cinco que tenía el parque temático de Disneyland en su
inauguración en 1955. Su temática es la tecnología y el mundo futuro. Así, los
viajes espaciales, los progresos en el ámbito científico y tecnológico son los
elementos básicos de atracciones como la montaña rusa Space Mountain, cuyo
recorrido está ambientado en un viaje espacial. Con un presupuesto de 190
millones de dólares, la productora Disney confía en Brad Bird (El Gigante de Hierro, Los
Increíbles, Ratatouille, Misión Imposible: Protocolo Fantasma)
para situarse detrás de las cámaras de un proyecto cuyo guión está firmado por
Damon Lindelof, Jeff Jensen y el propio director y cuyo equipo de rodaje se
trasladó a Valencia para rodar algunas escenas en la Ciudad de las Ciencias.
Tomorroland: El Mundo del
Mañana gira en torno a Frank
(Thomas Robinson de niño y George Clooney de adulto) un tipo desencantado que
de niño fue un soñador, uno de esos niños prodigio con un cerebro privilegiado
para la ciencia. Tras asistir con uno de sus inventos a la Feria Mundial de
1964, Frank viaja a un lugar que parece el mejor del universo y está convencido
de que el mundo será mejor gracias a ese descubrimiento. Pronto se dará cuenta
de lo equivocado que estaba y se convierte en un ser cínico, por lo que se
aísla en una granja de su familia para pasar allí el resto de su vida. Se tendrá
que enfrentar a su pasado cuando conoce a la joven Casey (Britt Robertson) que dará con la localización de Tomorroland,
una sociedad paralela que se ha ido desarrollando de manera distinta al resto
del mundo y donde los inventos y los progresos científicos y tecnológicos
parecen haber sido creados por los mayores genios de la humanidad. Pero Tomorrowland
es ahora un mundo decadente debido a tipos como David Nix (Hugh Laurie) con un sentido errático de la investigación
que lleva camino de destruir a la Humanidad.
El proyecto
largamente acariciado por Pixar y publicitado como la primera película no animada
del estudio se evaporó hace mucho tiempo como las señales de humo de alguna
reserva india, siendo ahora presentado por Disney como una producción de coste
elevado e irregulares resultados. Un primer tramo que promete, en donde la
aventura infantil nos retrotrae a la magia del cine ochentero y donde son
visibles los universos con sello spilbergianos, una atmósfera fascinante que
impregna el relato con el esplendor y la fantasía de películas míticas como Exploradores,
Los
Goonies e incluso Regreso al futuro. Un toque
nostálgico y naif para un film de ritmo acelerado que aunque transita senderos
ya trillados está rodada con gusto y sentido del espectáculo, y que si no es
una obra mayor es debido a lo innecesario de su extenso metraje, un guión
enredado, el plano perfil de algunos personajes y unas subtramas que se me
antojan excesivas. Un impecable diseño
de producción y unos resultones efectos especiales no son suficientes para
lograr el estatus de excelencia para un film cuya amalgama de referencias y
citas (entre la autopía y la distopía) acaban creando un magma confuso que Bird
quiere remediar con una cansina verborrea explicativa.
La búsqueda de un mundo mejor, más habitable y luminoso, el
optimismo ancestral de la era espacial, es un anhelo inherente a la ciencia
ficción y que en demasiadas ocasiones nos ha deparado la sombría visión del
desencanto, de un futuro apocalíptico. La mayor parte del film no sucede en la
Tierra del futuro sino aquí y ahora, un presente asaltado por androides de
aspecto muy humano y aviesas intenciones, pero Tomorrowland: El Mundo del Mañana
nos presenta una alternativa distinta al oscuro y amargo concepto del
apocalipsis, desarrollando un juego de ingenios entre el niño prodigio de
aquellos años sesenta caído en desgracia cuando es adulto (George Clooney con
el piloto automático) y una adolescente que le iguala en talento y que de forma
providencial activará la chispa de la aventura al toparse con un viejo pin
conmemorativo. Insisto, el ritmo de la
función resulta trepidante y el gran problema de Bird es el no haber sabido
cohesionar todas las piezas de un libreto desmadejado que contiene aciertos
considerables (toda la secuencia de la torre Eiffel utilizada de lanzadera),
abocando al espectador, esta vez sí, a un final esperanzador en el que el esfuerzo,
el trabajo y la fe serán recompensados con una armonía vital muy cercana a la
felicidad.
Supongo que tendré que verla. Brad Bird es un director excelente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre veo todo el cine que puedo. Pero hay algo que no puedo obviar: la actualidad. Como supongo que a ti te pasa lo mismo, también estoy seguro de que acabarás viendo esta película. Además, aunque no está a la altura de Los Increíbles o Ratatouille, no es un film desdeñable.
ResponderEliminarUn abrazo.