Nubes negras sobre los Wachowski
EL DESTINO DE JÚPITER êê
DIRECTOR: ANDY Y
LANA WACHOWSKI.
INTÉRPRETES: CHANNING TATUM, MILA KUNIS, SEAN BEAN, EDDIE
REDMAYNE, TUPPENCE MIDDLETON.
GÉNERO: CIENCIA
FICCIÓN / EE. UU. / 2015 DURACIÓN: 127 MINUTOS.
Mi conocimiento
sobre el trabajo de los hermanos Wachowski
se remonta a su época de guionistas antes de debutar con aquel aceptable
thriller de tintes lésbicos titulado Lazos ardientes (1996). Mucho
ha llovido desde entonces y los negros nubarrones se ciernen sobre la carrera
como cineastas de estos peculiares brothers que un día fueron tildados de
visionarios. Tres años después de su ópera prima detrás de las cámaras nos
presentaron Matrix (1999), una cinta mítica que consiguió un extraordinario
éxito en taquilla influyendo en casi todo el cine posterior, que se alzó con
cuatro estatuillas técnicas y supuso un bombazo que renovó la ciencia-ficción
haciendo uso de una tecnología visual impresionante que fue el inicio de una
irregular trilogía: Matrix Reloaded (2001) de nuevo con un despliegue visual
deslumbrante aunque con el factor sorpresa muy diluido, y Matrix Revolutions (2003)
la más trivial y monótona de la saga, atascada en un puñado de interrogantes
cósmicos que finalmente dejó muchos cabos sueltos. Tras producir y firmar el
libreto de la magnífica V de vendetta (James McTeigue, 2006)
comienza la penosa decadencia de Andy y Larry (actualmente Lana tras una
operación de cambio de sexo), que nos presentaron Speed Racer (2008)
adaptación de la popular serie anime japonesa de los setenta, un juguete
aburrido y aparatoso. Decadencia que alcanza su cenit con El atlas de las nubes (2013),
un film pretencioso y farragoso al que ni siquiera su fascinante aspecto visual
salva del ostracismo.
A la búsqueda de un blockbuster que pueda otorgarles un respiro y con el peligro de verse relegados a las tinieblas creativas, los Wachowski presentan ahora El destino de Júpiter, cuya acción transcurre en un futuro lejano y distópico en donde las castas poderosas y aristocráticas tienen la posibilidad de explotar otros planetas con fines económicos. Júpiter Jones (Mila Kunis) es una joven terrícola que trabaja como limpiadora y que sueña con una vida mejor. Un día, Júpiter es salvada de una muerte segura por Caine Wise (Channing Tatum) un ex legionario y pirata espacial modificado genéticamente con rasgos de hombre lobo que le revelará que su linaje y herencia genética corresponde a la realeza galáctica y que está destinada a reinar lejos de la Tierra. Ambos tendrán que enfrentarse a Balem Abrasax (Eddie Redmayne) un gobernador extraterrestre perteneciente a una de las familias más poderosas de la galaxia que ha puesto precio a la cabeza de Júpiter.
Tras abandonar
la sala a este cronista le invade la triste sensación de que a los Wachowski
(antaño gran esperanza de la ciencia-ficción) han perdido la inspiración, la
chispa y el ingenio y se muestran cada vez más reiterativos. Al fin y al cabo,
su nuevo film, con insultantes resonancias en su premisa a Terminator, no es otra
cosa que un trivial entretenimiento que desarrolla la clásica aventura
romántica de la chica en peligro salvada por el héroe y el villano
caricaturesco como eje gravitatorio de la acción del relato. Un cine muy ligero que apenas arriesga en
la vertiente dramática y suspendido por un tono infantil en el férreo control
de las emociones. Si a este crítico le preguntaran cuál es el factor
determinante en la construcción de una buena película, contestaría sin
pestañear: el guión. Es ese elemento clave el que falla estrepitosamente y
penaliza la función por su simpleza y carencia de lógica interna, nunca en
consonancia con el brillante look visual, sin duda su aspecto más reseñable,
muy por encima también de la mediocre dirección artística.
Del reparto, el único que mantiene el tipo es Sean Bean (que podía haber dado más
juego), ya que Mila Kunis parece
estar encima de las tablas del teatro de un instituto sin creerse nunca su rol
y con carencia absoluta de química con un Channing
Tatum que aunque ha demostrado ser un actor competente aquí aparece como
una especie de Silver Surfer enredado en salvar a la damisela en peligro. Es posible que El destino de Júpiter se pueda disfrutar sin prejuicios como un
pasatiempo tan ligero como una pluma (a mí me ha costado mucho aguantar hasta
final) si uno se olvida de de lo previsible y redundante de su trama, su
molesta pretenciosidad, un engranaje en donde jamás encuentran huecos sus
pueriles denuncias sobre la burocracia, la igualdad de clases y la dignidad
humana. Reconozcamos, eso sí, la habilidad de los Wachowski para rodar las
secuencias de acción, siempre rebosantes de atractiva imaginería y sugerencias
visuales, que se elevan por encima de la coherencia y el caos del relato.
Película sólo recomendada para los amantes de la ciencia-ficción kitch y la
parafernalia digital que defraudará a los cinéfilos más exigentes por su vana
ilusión creativa.
Al menos no será peor que "El atlas de las nubes".
ResponderEliminarSupongo que debería verla en cine para apreciar al menos el aspecto visual. Pero llevo un retraso considerable de estrenos y no parece ésta una buena opción para empezar a ponerme al día.
Un abrazo.
Pues sí, no parece una opción primordial para ponerse al día. A estos tipos les está pasando en su carrera como a Michael Cimino, sólo que Cimino tenía mucho más talento y ha legado varias obras maestras para la historia del cine. Aún así, tienen cierta pericia para rodar las escenas de acción y dotan a sus artefactos de un sugerente look visual.
EliminarUn abrazo.