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jueves, 15 de enero de 2015

CRÍTICA: "BIRDMAN (O LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA)"

BIRDMAN  êêêê
DIRECTOR: ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU
INTÉRPRETES: MICHAEL KEATON, EDWARD NORTON, EMMA STONE, ZACH GALIFIANAKIS, NAOMI WATTS.
GÉNERO: TRAGICOMEDIA /EE. UU. / 2014. DURACIÓN: 118 MINUTOS


    
     El director mexicano Alejandro González Iñárritu, firmante de los excelentes y desagarradores dramas Amores perros, Babel, 21 gramos y de la fallida Biutiful se adentra en el género de la comedia para narrarnos la historia de la carrera de un actor Riggan Thompson (Michael Keaton) y de cómo ésta se está desmoronando. El actor recuerda con lacerante nostalgia la época en que su nombre estaba situado en la cima, años en los que interpretó con extraordinario éxito papeles de superhéroes y que todavía hoy sigue siendo un referente. Desea más que nunca volver a recuperarse a sí mismo, como persona, y también recuperar a sus seres queridos, a su familia.


  
     Birdman es una película sorprendente con la que el director quiere reivindicarse tras el descalabro de Biutiful, en la que sólo Javier Bardem brillaba en un tremendo one man show que no resultó suficiente para atenuar la debacle de un film con un guión absurdo. Pero Alejandro González Iñárritu, que jamás debió romper con el guionista Guillermo Arriaga, ha demostrado tener el talento suficiente como para partir de cero tantas veces como sean necesarias y reinventarse, lo confirma con un film que nos habla del carácter voluble de la fama, y con un humor negro desnuda con amargura las miserias de sus personajes. De personajes como el interpretado por un Keaton magistral dando vida a un personaje inolvidable, el mejor de su carrera, y que a modo de sarcástico biopic (recordemos los paralelismos del personaje con el Keaton de Batman) transmuta un pasado glorioso como actor supertaquillero a la implacable realidad de una decadencia tan dolorosa como sarcásticamente corrosiva. Birdman resulta igual de magnética y mágica en sus momentos de alocado vodevil como en la íntima devastación de su feroz mirada al abismo, una tragicomedia rodada como un falso plano secuencia que otorga a la función un vértigo asombroso.


     A Keaton el papel de un actor que vivió su mejor etapa dando oxígeno a un intérprete que en los 90 encarnó a un superhéroe en cuatro exitosas entregas le viene como anillo al dedo, sobre todo como ocasión para lucir sus innegables dotes artísticas, un magnífico tour de forcé compartido con otro actor resucitado, un Edward Norton que encarna a otro actor que irrita profundamente el ego de Riggan haciéndole perder la compostura e invitándole a reaccionar desde lo más bajo de su condición anímica. El vehículo será una obra teatral de Raymond Carver que estrenada en Broadway le puede devolver el prestigió perdido. Iñárritu desecha la arquitectura narrativa laberíntica de las historias cruzadas para dar forma a una historia más lineal aunque igual de asfixiante, a lo que contribuye en gran medida y de forma incisiva un look visual novedoso y una fotografía impactante de Emmanuel Lubezki sobre los fulgores y misterios de la gran urbe y los peculiares personajes que se mueven entre bambalinas, así como una cámara inquieta que recorre los meandros del teatro con gran poder hipnótico y desconcertante pulcritud. Birdman es, por otra parte, una película triste y afectada que muestra una demoledora visión del Hollywood actual y la paródica ingenuidad del espectador a través la tendencia simple del cine de superhéroes.


      
     Pero además de su complejidad técnica, de las imprescindibles aportaciones de una preciosa Naomi Watts, Zach Galifianakis y Emma Stone, del ritmo equilibrado y frenético de la acción, si por algo te atrapa este estimulante relato de sensaciones agridulces, es por su capacidad para emocionar teniendo como guía a un tipo que se resiste a darse por vencido considerándose un fracasado y que da lo mejor de sí mismo fuera de los escenarios. Atractivo ejercicio de alquimia cinematográfica, Birdman se impone como una experiencia metaficcional que funciona como un corredor de sinuosos espejos donde se ve reflejados el desmesurado ego de los actores y su carácter ciclotímico, una montaña rusa donde el paroxismo altera las emociones, el engreimiento de los críticos (a los que el alter ego Birdman odia) y el infantilismo del espectador, las obsesiones y los sueños. Una fábula sobre la cara más histriónica, ridícula y estúpida de Hollywood.


2 comentarios:

  1. Excelente reseña. Dan ganas de ver la película.

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  2. Gracias, amante de gorditas, pues harías bien porque está entre lo más selecto que nos ha llegado últimamente a las carteleras.

    Un abrazo.

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