Cómo rodar de manera brillante un remake
MANIAC (2012) êêêê
DIRECTOR: FRANCK
KHALFOUN.
INTÉRPRETES: ELIJAH WOOD, NORA ARNEZEDER, AMERICA OLIVO, MORGANE SLEMP, LIANE BALABAN.
GÉNERO: TERROR / FRANCIA / 2012 DURACIÓN: 90 MINUTOS.
Corría el año
1980 cuando William Lustig dirigió Maniac,
un relato sórdido y escalofriante rodado en formato semidocumental que se
centraba en las andanzas de Frank Zito (Joe Spinell), dueño de una mente
fatalmente alterada y castigada por los remordimientos, un tipo vulgar,
anodino, incapaz de encontrar su lugar en el mundo ni la estabilidad emocional
para llevar una vida normal. Con obsesión por los maniquíes, deambula por la
peligrosa calle 42 confundido con el sucio y deprimente paisaje urbano asesinando
con su enorme cuchillo a jóvenes hermosas para sustraerles la cabellera que luego lucirán la galería de maniquíes que pueblan su siniestro apartamento. Trasladando
la acción a Los Ángeles, Franck Khalfoun (Parking 2,
2007) firma un brillante remake de esta mítica película de culto que dejó una
muesca indeleble en la memoria del aficionado, y cuya producción ha sido
posible gracias al padrinazgo de Alexandre Aja y Grégory Lavasseur, que además de
productores también firman el libreto.
En esta nueva
versión ya no nos encontramos con la corpulencia ni el rostro picado y algo
repulsivo del fallecido Joe Spinell, que con gran acierto ha sido sustituido por
el cuerpecillo delgado e insignificante de Elijah
Wood, al que la profundidad de sus ojos claros aporta un falso halo de
serenidad y equilibrio, un rasgo que mutará en frenesí cuando se entrega a los
más repugnantes actos criminales. Pero Frank Zito sigue siendo un ser
solitario, varado en su inmensa soledad y aislamiento, víctima de sus traumas y
con una dolorosa e impotente relación con las mujeres, consecuencia de una
relación enfermiza y malsana con su castrante madre, cuya sombra sigue
deformando su percepción de la realidad. La influencia de su madre es una
machacona e hiriente resonancia en la mente de Frank, presente en tenebrosos y
turbadores flash backs que nos devuelven a su infancia y reflejan su
insoportable angustia existencial. La cámara subjetiva se nos antoja un recurso
eficaz para sumergir al espectador en el laberinto mental de Frank, un gran
hallazgo que nos acerca con más piedad que saña a el castigo por sus tremendos
pecados. Para Frank, como para Norman Bates, no hay otra salida que el
infierno, y el juego de espejos conlleva una lucha entre la consciencia y la
inconsciencia, el espejo roto representa el anhelo y la imposibilidad de esa imagen con la
que desearía romper. Un film magnífico.
Vaya, pues tomo nota.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, amigo Ricard (soy incapaz de escribir un nombre propio en minúscula), yo no perdería la ocasión de verla, pues como digo es un remake a la altura del original. Un film con grandes hallazgos y algunas secuencias verdaderamente perturbadoras.
ResponderEliminarUn abrazo