Siendo apenas un adolescente asistí al estreno en un cine
barcelonés ya desaparecido de DRIVER (The Driver, Walter Hill,
1978), y lo que más me sorprendió fue su mala acogida crítica, que no se correspondía
en absoluto con mis impresiones tras ver la película, algo curioso e incomprensible
que me hizo pensar que a partir de entonces la crítica (al menos la
oficialista) y yo caminaríamos siempre por caminos muy diferentes. Este espléndido
thriller narra la feroz persecución de un detective de la policía interpretado
por Bruce Dern, para dar caza a un experimentado conductor conocido por Cowboy
(Ryan O`Neal), un tipo que trabaja por libre y que sirve de apoyo para la huida
de los diferentes atracadores que le contratan. Su habilidad al volante hace
que se escape una y otra vez de la justicia, que le considera muy peligroso.
Driver,
escrita por el propio director, es el segundo trabajo de Walter Hill tras la no
menos magnifica El Luchador (1978), y
personalmente, lo que me parece más extraño es que el hombre que había firmado
un puñado de obras de culto como las citadas y The Warrior: Los amos de la noche
(1979), Forajidos de leyenda (1980), La Presa (1981), Calles
de fuego (1984), haya podido caer en la vulgaridad y el vacío más
desalentador filmando tonterías como Supernova (2000), Invicto
(2002) y Una bala en la cabeza (2012).
No importa,
amigo lector, las razones por las que esta pequeña joya pasara desapercibida en
la época de su estreno, Driver es un excelente thriller que
con resonancias al polar francés
(sobre todo al cine de Jean-Pierre Melville) ha influido decisivamente en la
obra magna de Nicolas Winding Refn Drive (2011), otro film que me encanta
pero que siendo sincero le debe mucho a este ejercicio estilístico en el con
muy poco su director consigue mucho (para compararlas sólo hay que fijarse en
el inicio de una y otra).
En el film, un
lujo para los aficionados a las persecuciones de coches y en donde Hill
demuestra su maestría para la planificación y el ritmo, no sabemos nada de los
personajes, ni siquiera sus nombres, quedamos hipnotizados con el ascetismo y
soledad del protagonista –un comedido Ryan O`Neal-, muy parco en palabras y
gélido en las relaciones con las mujeres, que sólo habla a través de sus
acciones y al que siempre le vemos durmiendo en hoteles baratos, acosado por la
policía y dando señales de vida cuando muestra su destreza al volante. Su reverso
es ese policía soberbio y egocéntrico que encarna Bruce Dern, otro solitario e
incomprendido obsesionado con pillarlo. El poco protagonismo femenino se lo
lleva la francesa Isabel Adjani, una mujer de belleza misteriosa que sirve de
coartada al conductor en uno de los atracos. Como en los westerns de Hill,
Driver es una historia de perdedores, un film noir de ajustadísimo metraje, conciso, esteticista, atmosférico y
sin florituras, que perfila con cuatro pinceladas prodigiosas la dimensión
fatalista de los personajes.
Ni más ni menos. Ciertamente, "Drive" le debe mucho a "Driver". También me gustó mucho cuando la vi en el momento de su estreno, pero no recuerdo que la crítica fuese tan inclemente. Saludos.
ResponderEliminarPues sí, querido Ricard, lo recuerdo bien porque desde que era un niño devoraba revistas de cine como "Film Ideal", "Casablanca", "Dirigido por", "Interfilm", Fotogramas" y por supuesto, la "Guía del ocio". El historiador de cine, Augusto M. Torres, entonces crítico del diario El País, tituló "Película fallida", y Carlos Aguilar en su infinitamente reeditada "Guia del cine" nos hace un resúmen general. "La película no gustó nada en España". En fin, me alegra que coincidamos en que, el cine, como cualquier arte, hace tiempo que se retroalimenta sin que esto suponga una rémora o un desprestigio.
EliminarUn abrazo