LA PROMESA
(LA PROMESSE)
Drama - Bélgica-Francia, 1996 -
97 Minutos.
DIRECTOR: LUC Y JEAN-PIERRE DARDENNE.
INTÉRPRETES: JÉRÉMIE RÉNIER, OLIVIER
GOURMET, ASSITA OUEDRAOGO, RASMANÉ OUEDRAOGO.
A pesar de contar con gran experiencia y
cierto prestigio como documentalistas, campo en el que cuentan con una obra
extensa, los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne se dan a conocer
en nuestro país con esta película, puesto que ninguno de sus tres largometrajes
anteriores de ficción han sido estrenados en nuestras pantallas. Con Rosetta
(1999) Palma de Oro en el Festival de Cannes, se afianzan como la pareja de
directores actuales más interesantes del cine europeo. El hijo (2002) es
un duro relato basado en un luctuoso suceso real. Con L’enfant (2005) consiguieron un hito reservado para muy pocos, ganar su segunda Palma de
Oro en Cannes, un premio que, cómo no, ha dividido a la crítica.
Los Dardenne logran la que es para mí su
mejor película con La promesa, que narra la historia de Igor (Jérémie
Rénier) un adolescente que trabaja como aprendiz de mecánico en una pequeña
estación de servicio y que además ayuda a su padre, Roger (Olivier Gourmet) en
una red de trabajadores clandestinos. Un día un trabajador negro, Hamidou,
sufre una caída mortal desde lo alto de un andamio, pero antes de morir el
trabajador arranca una promesa a Igor, la cual consiste en que se haga cargo
del cuidado de su esposa y su bebé. El cadáver de Hamidou es enterrado por
Roger sin tan siquiera contarle a su esposa lo sucedido, la engaña diciendo que
ha desaparecido a causa de las deudas. Para Igor, la promesa supone una quiebra
en la relación afectiva con su padre, pues el joven intentará por todos los
medios cumplir su palabra.
Es éste un film hermoso y triste que golpea
la conciencia y el corazón, filmado cámara en mano consigue el toque natural y
documentalista que los cineastas belgas persiguen. Las condiciones infrahumanas
en las que los emigrantes ilegales malviven y trabajan, la insoportable
angustia de estar encerrados o vivir a salto de mata huyendo de los inspectores
de trabajo, tener que soportar el desprecio, la humillación y el racismo, son
razones más que suficientes para preguntarnos qué clase de mundo estamos
creando, qué modelo de sociedad desarrollada y del bienestar es ésta que asume
y acepta que situaciones de este tipo se estén produciendo a la vuelta de la
esquina.
El sufrimiento queda bien definido en el film, también el frío, el
temor, el abandono, la fiebre del bebé, la pena en los ojos de la madre,
cualquier escena, situación o simple gesto sirve como honda y desesperanzadora
reflexión en esta obra necesaria. Se me antoja que estaremos eternamente
condenados a pagar por lo que no hacemos, por lo que no evitamos, por nuestra
pasividad cobarde y mezquina. Los Dardenne incitan a la culpa y lo hacen desde
una lógica neorrealista (la xenofobia, los prejuicios, las ilusiones truncadas,
el paro, la inadaptación) lo logran levantando el telón de fondo esa Europa
blanca insolidaria, segregacionista, intolerante y sin escrúpulos, falsamente
unida, con mil fronteras, sin oportunidades, lo hacen sobre el doloroso
deambular de Assita, una mujer negra con su hijo y un lazarillo de cabellos
rubios como un ángel, y exponen para nuestra vergüenza el espejo deformante en
donde se refleja con nitidez nuestras miserias morales. La puesta en escena,
con la crudeza de una realidad transparente, actores la mayoría desconocidos,
escenarios tan comunes como universales, la expresión ideológica lejos de
convencionalismos comerciales, un guión compacto y equilibrado... la muda caída
de los títulos de crédito tras la trágica revelación, nos sumerge en la
meditación, nos llena de impresiones sobre un film que es, ante todo, una
experiencia angustiosa con resultados demoledores. La película gano la Espiga
de Oro en el Festival de Valladolid y el Premio Fipresci de la Crítica
Internacional.
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