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domingo, 23 de marzo de 2014

CRÍTICA DE: "EL GRAN HOTEL BUDAPEST"

Una comedia de lujo
EL GRAN HOTEL BUDAPEST êêêê
DIRECTOR: WES ANDERSON.
INTÉRPRETES: RALPH FIENNES, TONY REVOLORI, BILL MURRAY, SAOIRSE RONAN, WILLEM DAFOE, JUDE LAW, TILDA SWINTON.
GÉNERO: COMEDIA / EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 99 MINUTOS.   


     He de confesar que, hasta ahora, nunca había sentido fascinación por el cine del norteamericano Wes Anderson, películas como Tennembauns: Una familia de genios (2001), que recuerdo como un film aburrido, reiterativo y con pretensiones ridículas en donde sólo sobresalía la figura de Gene Hackman, o la olvidable Academia Rushmore (1998), pésima comedia sobre la juventud y sus frustraciones con un Bill Murray no precisamente en una actuación memorable, no han dejado ninguna huella en mi memoria cinéfila. Ni acordarme quiero de Life Acuatic (2004), otra comedia armada con un guión vago, diálogos incongruentes y humor absurdo, una cargante extravagancia que no me hizo esbozar ni media sonrisa. Pero llegó un momento en que todas las neuronas del caótico cerebro de Anderson se vieron iluminadas con la efervescencia de la inspiración y la más radiante creatividad, fue así como pergeñó Fantástico Mr. Fox (2010), un excelente film de animación stop motion que se convirtió en su obra más abierta, emocionante y comunicativa, también en la más compleja y desternillante. A Anderson se le quiere o se le desprecia, de modo que este cronista estaba impaciente por asistir al estreno de su nueva película, y comprobar si aquella alentadora evolución se veía confirmada.


      EL GRAN HOTEL BUDAPEST nos traslada a 1985, cuando un escritor nos cuenta que en su juventud se alojó en un hotel medio destartalado al que le quedaban lejos sus años de gloria y que estaba situado en un pequeño país del este de Europa llamado Zubrowska. La película nos traslada entonces a la juventud de ese escritor  encarnado por Jude Law, al que vemos entablando una conversación con un señor mayor, Zero Mustafa (F. Murray Abraham), del que dicen es el dueño del lugar. Gracias a los recuerdos de Zero nos trasladamos a los años 30, la época de mayor esplendor del Gran Hotel Budapest, que entonces era visitado por la crème de crème, que podía deleitarse con el paisaje y los buenos servicios de su legendario conserje, Mr. Gustave (Ralph Fiennes), quien gracias a que cuenta con el aprecio de la ricachona Madame D (Tilda Swinton) regenta el hotel como si fuera suyo. Es en ese momento cuando un botones llamado Zero (Tony Revolori) comienza a trabajar en el hotel, y Mr. Gustave acaba convirtiéndose en su mentor. La paz del lugar se verá alterada cuando Madame D es asesinada, lo que despierta una verdadera guerra entre sus herederos por quedarse con sus posesiones, incluido un cuadro que le dejó a su querido conserje. A partir de entonces se desarrollará una intrigante trama en la que veremos desfilar a un sinfín de personajes.


      La duda queda despejada con la claridad de una mañana limpia de primavera: Wes Anderson progresa más que adecuadamente de forma notable. El director nacido en Houston, a pesar de su sempiterno catálogo de tics, vacía su nuevo juguete de ornamentos estéticos inútiles logrando una comedia maravillosa, elegante y por momentos sublime. Ahora el despliegue de barroquismo visual está integrado de  manera coherente dentro de un corpus argumental que a modo de muñeca rusa  esconde una historia dentro de mil historias, un juego de espejos divertidísimo y en el que su personaje bisagra (un espléndido Ralph Fiennes como no le veíamos en años) tendrá la llave de todos los secretos que se esconden tras las paredes de las vetustas alcobas de tan singular hotel. EL GRAN HOTEL BUDAPEST se eleva como un homenaje a una época olvidada y una forma de hacer cine que se perdió en la noche de los tiempos, en ella se dan cita la comedia clásica, el cine mudo, el cartoon el misterio a lo Agatha Christie e incluso el musical tradicional, convirtiendo a su autor en un fabulador atemporal, en un recuperador y conservador de la memoria histórica cinéfila, en el gran reivindicador de una forma de concebir el cine hoy laminada por las nuevas tecnologías. 


      Nos encontramos, amigo lector, ante una magnífica y original comedia coral rebosante de finísimo humor y tierna melancolía, que juega con el color, los reflejos, las luces y sombras para componer un sorprendente y bellísimo fresco por donde desfilan una galería de actores de enorme talento, una sinfonía interpretativa deliciosa que te hace disfrutar del viejo aroma, el misterio y la magia del cine.


        Me preocupa que la película no llegue al gran público y que se vea marginada por muchos exhibidores, sería una pena porque se perderían una obra luminosa y decisiva en su vertiente narrativa y estilística, con una potente dirección artística que saca partido a todo el elenco (además de un Ralph Fiennes pluscuamperfecto, por ahí andan un Willem Dafoe y un Bill Murray insuperables y Tony Revolori como gran revelación), con una formidable labor de montaje, una banda sonora primorosa y un ritmo endiablado. No hay momentos para el despiste, todo está en su sitio y la maquinaria funciona como un reloj suizo dentro de un relato de corte policial que emocionará a los más nostálgicos, a las generaciones que vivieron el cine en su esplendor ancestral y erigieron su bagaje cultural bebiendo de los más grandes e insignes intelectuales y artistas de una Europa irrepetible, un continente que ahora vaga por la más desaliñada, torva y obscena mendicidad intelectual.



        Con EL GRAN HOTEL BUDAPEST, Wes Anderson  se ha ganado mi corazón y mi complicidad, una cinta que redescubre la fascinación por la Europa de Entreguerras y que en palabras de Mr. Gustave en el film “representa un rayo de civilización en la barbarie que es la humanidad”, palabras en las que resuenan los ecos de una época fastuosa que se perdió para siempre.

2 comentarios:

  1. ¡Wow menudo repertorio de actores, igual este fin de me animo a verla!

    A todo esto, muy buenas Pedro, espero que estés bien, yo bien, sobreviviendo.
    Un abrazo.

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  2. Hola, Verónica, estoy bien, dentro de lo bien que esta siniestra sociedad nos deja estar. Me alegra que tú también estés bien, al menos de salud, que aunque es lo más importante, también hay otras cosas que nos pueden hacer la vida más llevadera (amor, trabajo, etc.). Claro, es una película fascinante que además tiene un metraje justo y un elenco excepcional, si tienes oportunidad de verla, te va a gustar.

    Empiezo un curso el 5 de mayo, ahora dispongo de unas vacaciones que me van a venir bien para reponer fuerzas y equilibrio.

    Muchos besos.

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