El viaje iniciático de un asesino en potencia
SIMON KILLER êêê
DIRECTOR: ANTONIO CAMPOS.
INTÉRPRETES: BRADY CORBET, MATI DIOP, CONSTANCE
ROUSSEAU, MICHAEL ABITEBOUL.
GÉNERO: DRAMA /FRANCIA- EE. UU. / 2011 DURACIÓN:
101 MINUTOS.
Bueno, por fin ayer vi SIMON
KILLER, un trabajo de 2011 que ni siquiera se ha estrenado comercialmente en España y que supuso el segundo film de Antonio
Campos tras Afterschool (2008), que fue presentado en el Festival de
Sundance y que me habían recomendado algunas personas en las que confío tras
haber asistido a su proyección en el Festival Internacional de Cine de Autor de
Barcelona. Tras el visionado, la cinta se me ha quedado por debajo de las
expectativas creadas pero ni mucho menos es una película despreciable.
La función nos narra las desventuras de
un joven norteamericano que se acaba de graduar en la universidad, Simon (Brady Corbet) que viaja a París
para tratar de olvidar una traumática ruptura sentimental tras cinco años de
relación. Simon vaga sin rumbo por las calles de la capital francesa en donde
visita a un pariente suyo, hasta que una noche conoce en un puticlub a una
hermosa prostituta, Victoria (Mati
Diop), con la que inicia una relación y, con mentiras y adoptando una posición
lastimera, la convence que para acepte que se vaya a vivir con ella. Un día, el
cada vez más perturbado Simon, le
propone a Victoria chantajear a los clientes ricos que están casados, un crimen
que tendrá consecuencias inesperadas para todos los implicados.
Una
vez más París, la Ciudad de la Luz, se nos aparece retratada de manera sórdida
y amenazante (como si sus responsables se hubiesen impregnado del tono
enfermizo del cine de Gaspar Noé en films como Irreversible o Seul contra
todos), y Antonio Campos pone énfasis en ese aspecto desde la primera
escena (el peligroso encontronazo de Simon con un tipo asiático cuando se halla
paseando con dos atractivas chicas que ha conocido en el metro), escogiendo
para la acción los lugares más sombríos y desolados, para lo que se ayuda de
filtros de color rojo y azules, luces estroboscópicas, patrones de longitud de
ondas y unas extraños ángulos de cámara que cercenan los cuerpos y el espacio y
que alterna con planos fijos. Señales indicadoras de un estado de ánimo
alterado.
De
potente puesta en escena, sugerente fuerza visual y gran fisicidad, el film focaliza
su atención en Simon, un tipo alienado que nos muestra un perfil cada vez más
desequilibrado, con dificultad para conectar afectivamente con las chicas, con
las que mantiene unas relaciones turbias, al que la ruptura con su ex le ha
dejado muy tocado y que no duda en utilizar la violencia si algo no le sale
como esperaba. Una violencia que, por lo que narra a su primo Carlo, estamos
seguros que también utilizó con su ex novia. Se nos aparece como un tipo amable
y educado, pero hay algo en él que le cubre de oscuridad: en la soledad de su
habitación se consuela con el cybersexo y en su primer contacto con la
prostituta sólo se masturba abrazado a sus glúteos.
A medida que avanza el metraje aumenta la
tonalidad desasosegante y claustrofóbica de la trama, sobre todo cuando Simon,
desnudado ya como un repelente parásito que se aprovecha de las mujeres, decide
utilizar a Victoria (que tras divorciarse no le quedó más remedio que dedicarse
a la prostitución), como carnaza para chantajear a sus potenciales clientes ricos, al mismo tiempo que
inicia otra relación con una de las chicas pijas que conoció en el metro, y se
divierte en las discos de moda al ritmo de LCD Soundsystem y su impagable Yrself Cleam, mientras Victoria,
malherida, espera desesperada en la soledad de su piso.
La
dolorosa ruptura sentimental con su ex le ha provocado a Simon un trastorno
emocional y una neurosis depresiva que le lleva a tratar a las mujeres como si
fueran meros objetos, sin que le importen ya los sentimientos. Simon estudió neurociencia y al parecer
basó su tesis en la conexión entre la visión y la amplitud de nuestro cerebro
para procesar esa información, de ahí que SIMON
KILLER, un trabajo más sensorial que intelectual, nos arrastre a un clímax de escalada fatídica en el que se masca una
gran tensión, un final en el que recuperamos el oxígeno de forma abrupta y en donde vemos a Simon caminar de frente cuando siempre se nos había mostrado haciéndolo de espaldas; es sólo el primer tramo del viaje iniciático de un asesino en potencia.
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