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miércoles, 14 de agosto de 2013

CRÍTICA DE "ELYSIUM"

Alegoría distópica como apunte para la revolución
ELYSIUM êêêê
DIRECTOR: NEILL BLOMKAMP.
INTÉRPRETES: MATT DAMON, JODIE FOSTER, SHARLTO COPLEY, WAGNER MOURA, ALICE BRAGA, DIEGO LUNA. WILLIAM FICHTNER.
GÉNERO: CIENCIA-FICCIÓN / EE. UU. / 2013  DURACIÓN: 131 MINUTOS.   

    He apuntado en alguna ocasión que la ciencia-ficción ha sido, es y será siempre un género genuinamente masculino. Todavía recuerdo el ya lejano estreno de la magistral Blade Runner en un cine barcelonés de más de 600 butacas en el que apenas media docena estaban ocupadas por mujeres. Nada extraño cuando uno ha observado desde pequeño a todas las grandes mujeres de su entorno apegadas a la realidad más estricta, con ilusiones y fantasías más tangibles y terrenales. Pero no deja de ser un contrasentido que, en la actualidad, sean mujeres las mejores novelistas del género (Ursula K. Le Guin, por ejemplo).


      Tras su celebrado debut con la excelente District 9 (2009), un clásico instantáneo que pasado el tiempo está siendo valorado en su justa medida, el sudafricano Neill Blomkamp, convertido ya en un referente para los aficionados a la Sci-fi y que en aquella realizó una denuncia severa sobre el Apartheid que sumió a Sudáfrica en la más absoluta ignominia y vergüenza, vuelve a la carga con ELYSIUM lanzando otra denuncia social que explora las cada vez más grandes diferencias entre ricos y pobres.   


      Lo Ángeles, año 2154. Los seres humanos están divididos en dos grupos: los ricos que viven en la estación espacial Elysium, y todos los demás que malviven como pueden en una Tierra devastada y superpoblada. Cuando un obrero con un pasado de delincuente, Max Da Costa (Matt Damon) sufre un accidente y recibe una dosis mortal de radiación, sabe que su única salvación es colarse en Elysium para servirse de las estaciones médicas de alta tecnología que usan sus habitantes y que les mantiene jóvenes y sanos.


     Con la ayuda de un mafioso, Spider (Wagner Moura), le ofrece un trato para ayudarle: una suma importante de dinero en efectivo o cumplir para él una importante misión consistente en extraer información de Elysium para su propio jefe, Spider le coloca a Max un exoesqueleto robótico que multiplica su fuerza y sus reflejos, pero que le convierte en un disco duro andante. Tras conseguir la información, vital para la igualdad entre seres humanos en mundos tan opuestos, su peligrosa hazaña es detectada por Rhodes Delacourt (Jodie Foster), ministra de Elysium que preserva a toda costa el lujoso tren de vida de sus habitantes, y que encargará a su fiel esbirro Kruger (Sharlto Copley) que localice a los rebeldes y los aniquile.


      Con un presupuesto mayor que con el que contaba en su ópera prima, Blomkamp logra con ELYSIUM un artefacto a su altura y demuestra ser un creador interesantísimo que se toma su trabajo muy en serio, algo de agradecer cuando además toma la ciencia-ficción como vehículo para indagar en el drama y la problemática de la inmigración y las abisales e insultantes diferencias entre los ricos y los pobres, iluminando así un metafórico edén, inmaculado, armonioso y confortable, donde la hedonista élite adinerada ha construido su propio Bel-Air en forma de paraíso extraterrenal, dejando que las clases medias y bajas se pudran en condiciones infrahumanas subsistiendo en ciudades subterráneas.


       ELYSIUM se eleva como una musculosa fábula distópica en donde la ingenuidad de su discurso puede dejar a los espectadores más avezados descolocados. No es mi caso, porque siempre puedo aferrarme a la asombrosa estética ciberpunk de un universo fantástico en donde los escarceos y las peleas entre rebeldes proscritos y cyborgs militarizados nos deparan unas estupendas escenas de acción rodadas a veces con un acertado tono semidocumental que resalta su verismo, y en donde la empatía de la platea con esos revolucionarios añade un plus de emoción y dramatismo, a lo que siempre ayuda una perfecta labor de vestuario y un magnífico diseño de armamento high-tech y artilugios biomecánicos.


      La mala baba de Blomkamp se hace notar en detalles que a muchos bobos les parecerán mosqueantes: en Elysium la clase pija y pudiente habla francés, en la Tierra el español es el idioma global. Certera aproximación clasista hacia una de las culturas (la nuestra, es decir, la hispana) de un desarrollo progresivo idiomático brutal y una de las más castigadas por la inmigración, la marginación y las desigualdades sociales, y de la que los destroyers como este cronista extraerán algún apunte positivo: somos muchos, somos fuertes, guerrilleros y orgullosos, y si continuáis discriminándonos y tratándonos como basura, os lo haremos pagar con intereses.



      Brillante en el apartado técnico; espléndido diseño de producción, efectos visuales y de sonido, escenarios y decorados hiperrealistas, apoyados en una desasosegante fotografía y una briosa banda sonora que oscila entre el tono lírico y el industrial a cargo del debutante Ryan Amon; y un apartado artístico que se ajusta como un guante de cirujano con un Matt Damon de inagotables recursos, una Jodie Foster elegantemente implacable, y un villano carismático y memorable (impresionante Sharlto Copley en un papel muy alejado del que desarrollara en el debut de este director), tan intimidantemente bestial como un dislocado personaje de videojuegos. Personalmente me hubiera gustado un final más agresivo, con más metralla subversiva, pero se adivina con nitidez el aliento al despertar ciudadano, indignados con las disímiles condiciones de vida, la corrupción política y la dictadura de la economía. ¡Tolerancia cero! Sí, para todos esos políticos, banqueros y empresarios corruptos que bajo el pelaje de la democracia han creado un mundo más mísero, inhumano, despiadado  e inhabitable.

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