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lunes, 17 de junio de 2013

FOTOGRAMAS EN LA RETINA: "LOS CONFIDENTES"

      


     Adaptar las novelas del autor-emblema (junto a Douglas Coupland) de la Generación X, Bret Easton Ellis, no es nada fácil, su universo narrativo suele ser demasiado decadente, sórdido, provocativo, transgresor, historias complejas llenas de aristas por las que pululan multitud de personajes superficiales, atormentados, sin alma, en pleno proceso de desintegración derivado de una vida de excesos y un insondable vacío existencial. Relatos que siempre nos abocan a un final nada complaciente o convencional. 

      Aun así, siempre ha sido un escritor muy atractivo para el mundillo cinematográfico que ya en 1987 se interesó adaptando su novela “Menos que cero” con el título Golpe al sueño americano (Marek Kanievska), un film fallido que contaba con un gran elenco de actores jóvenes. Mary Harron trasladó a la pantalla grande su best-seller más famoso, American Psycho (2000), que a pesar de las malas críticas tras su  estreno se ha convertido en una película de culto en la línea del psycho-killer yuppy de los 80 con una música y un diseño acorde a la época y un magnífico Christian Bale. También Roger Avary se vio tentado por la literatura del enfant terrible angelino adaptando “Las leyes de la atracción” en su película Las reglas del juego (2002), de nuevo una demoledora radiografía de la juventud adinerada y nihilista estadounidense en donde las drogas y el sexo suelen ser leit-motiv básicos.  
     
                     
       Sexo, drogas y rock and roll son tres elementos sustanciales en la por ahora última adaptación a la pantalla grande de una novela suya, LOS CONFIDENTES (The Informers, 2009), en la cual el director australiano Gregor Jordan pone todo su empeño en dotar de un cierto sentido la visión corrosiva de Ellis sobre esa clase alta norteamericana, barnizada por un estilizado post-modernismo con sus ingredientes tradicionales: futilidad, lujo, moda, ambigüedad sexual, excesos y tecnología. Así nos encontramos en Los Ángeles de 1983 con un joven pijo bisexual (Jon Foster), adicto a las drogas y a las orgías que comparte con su novia (Amber Heard). Están también sus padres (Billy Bob Thornton y Kim Basinger), que intentan recuperar su matrimonio después de que él haya tenido una aventura con una locutora de televisión. Por otro lado, nos encontramos con un cantante de rock siempre colgado (Mel Raido), a quien su mujer ha abandonado y pasa la depresión tirándose a adolescentes de ambos sexos.

      Por último, un conserje de un hotel (Brad Renfro, que murió de sobredosis al terminar el rodaje y a quien está dedicada la película), amenazado por su tío (Mickey Rourke) para que esconda en su casa a un niño secuestrado. Vidas cruzadas para dar forma a film nada despreciable y en donde se refleja en gran medida el abismo y el contraste profundo entre la decadencia moral y espiritual y la riqueza material de la clase alta norteamericana. 

      Con sus abúlicos, frívolos, ególatras, alienados, violentos protagonistas sumidos en una espiral de drogas, alcohol y perversiones sexuales. Un desolador final sintetiza a la perfección los dramáticos efectos de esa plaga bíblica del sida que comenzaba a hacer estragos en la alegre promiscuidad de los 80 de Reagan. Destaca la bellísima Amber Heard con excitante baile y unos desnudos inolvidables.


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