jueves, 1 de enero de 2015

CRÍTICA: "MUSARAÑAS"

Tremendismo patrio sobre esa España que crea monstruos
MUSARAÑAS  êêê
DIRECTOR: JUANFER ANDRÉS Y ESTEBAN ROEL.
INTÉRPRETES: MACARENA GÓMEZ, NADIA DE SANTIAGO, HUGO SILVA, LUIS TOSAR, CAROLINA BANG.
GÉNERO: TERROR /ESPAÑA / 2014. DURACIÓN: 91 MINUTOS


      Del tándem Juanfer Andrés y Esteban Roel logre ver su corto protagonizado por Carolina Bang y Tomás del Estal titulado 036, una sátira tremendamente cáustica sobre la burocracia administrativa que nos narra cómo una joven intenta darse de alta en autónomos. Cortometraje que fue finalista de la 9ª edición de Notodofilmfest y que a fecha de hoy lleva más de dos millones de visionados. Profesores del Instituto de Cine de Madrid, se enfrentan a su ópera prima bajo el padrinazgo de Álex de la Iglesia (cuya musa y compañera, Carolina Bang, tiene aquí de nuevo un papelito) y un guión escrito por el mismo Juanfer Andrés y Sofía Cuenca cuya acción transcurre casi completamente entre las paredes de un viejo piso en el centro del Madrid de la posguerra.

               

                      
    Madrid, años 50. Montse (Macarena Gómez) ha perdido su juventud cuidando a su hermana pequeña (Nadia de Santiago). Su madre murió en el parto de la pequeña y el padre (Luis Tosar) huyó cobardemente dejándolas solas. Obligada a ser, madre, padre y hermana mayor, Montse trabaja en el piso como costurera, continuamente se le aparece el fantasma de su padre y padece agorafobia pero no lo sabe y se esconde de la vida, entre cuatro paredes, volviéndose cada día más obsesiva y desequilibrada. No entiende lo que le sucede y se refugia en rezos religiosos. Un día, su rutina se rompe: Carlos (Hugo Silva) el vecino joven e irresponsable de arriba, tiene la desgracia de caerse por las escaleras buscando ayuda en la única puerta a la que ha sido capaz de arrastrarse. Montse le recoge. La presencia masculina dinamitará el precario equilibrio entre las dos mujeres.


     Musarañas, que comienza como un drama, evoluciona hacia el thriller y culmina en los páramos del terror más gore, no descubre la pólvora pero atrapa con exquisita sordidez el clima asfixiante y enrarecido de la posguerra para construir una crónica negrísima que si bien en determinados momentos parece descontrolar su mirada de vértigo, todo cobra un cruel sentido a medida que nos adentramos en la herida existencial y emocional de Montse, personaje buñueliano en la tradición grotesca de Valle Inclán y la distorsión sistemática de la realidad que conecta el humor con el horror con una naturalidad desconcertante. Como ocurría en El quimérico inquilino de Polanski (una cinta a la que Álex de la Iglesia ya rindió homenaje en La Comunidad), el film recrea una atmósfera tensa, insana, de locura y extravío sin prácticamente abandonar el piso de las protagonistas, de donde emerge constantemente una Macarena Gómez en un fastuoso tour de forcé psicótico; enclenque, entallada en un luto riguroso y con unos amenazantes ojos saltones. Ella, como tétrica institutriz surgida de un cuento gótico, disemina las esporas de la represión, del deseo sexual castrado, de la violencia latente como eco de la reciente guerra cainita y de esa España de cadáveres en el armario y secretos inconfesables.



      La función resulta entretenida, rebosante de matices y recursos, como las frecuentes   apariciones del espectro del padre (un hosco, avieso y siempre magnífico Luis Tosar) que otorgan más tensión a ese claustro opresivo, viciado y enfermizo en donde su figura tiene mucho que decir de todo el trastorno y la locura desatada. Como bien está Hugo Silva a modo de James Stewart en La ventana indiscreta, pobre pijo insensato que no sabe qué le espera cuando se adentre en la guarida de las musarañas en donde el destino fatal le ha dejado a las puertas. Pero en este explosivo cóctel de géneros tiene una incidencia brutal la limitación de espacios y la perfecta armonía de los planos, una cámara impenitente ante las puertas que se abren y cierran, captando con plenitud los claroscuros, el latido de esa calle siempre vista desde la ventana, a la vez tan cerca y tan lejana. Lóbrega fábula sobre los demonios domésticos, Musarañas nos indica que el cine español tiene que insistir más en el cine de terror, un género abonado para desatar las más perversas fantasías, sobre todo si se es consciente de que esta vida es sólo un baile de máscaras. De máscaras macabras, como ese frenético festival de horror al que nos vemos arrastrados en el último tramo, un carnaval sangriento rebosante de tremendismo patrio, de vírgenes rotas y crucifijos convertidos en armas letales, de esa España que crea monstruos porque nunca le dio ningún valor a la inocencia.

                 

3 comentarios:

  1. Me pareció divertida su vertiente más granguiñolesca pero, si te he de ser sincero, no me la acabé de creer. Me pareció un refrito de "El seductor" y "¿Qué fue de Baby Jane?" en versión castiza. No sabía que los directores fueran responsables del corto "036"; el dato es muy revelador, pues también era una broma que consistía en mezclar a Sergio Leone con el retrato de la burocracia más celtibérica. Lo mejor de todo, Carolina Bang; está guapa incluso desmenuzada.

    Un abrazo.

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  2. De hecho, a mí lo que más me gusta es su tono de crónica negra, de esos crímenes tremebundos de aquella España gris y oscura del Jarabo y tantos otros que hacían correr ríos de tinta en las páginas de sucesos y periódicos como El Caso. La España de la represión sexual y los demonios domésticos, que no se aleja mucho de la que retratara con magistral prosa García Lorca. La orgía de sangre final parece típica de Álex de la Iglesia, nada extraño si tenemos en cuenta que estos directores son grandes fans del director bilbaíno.

    Un abrazo, espero tu crónica.

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  3. Por cierto, Carolina Bang es una mujer tremenda, hace tiempo que le dediqué un post en este blog. Con Álex de la Iglesia hace una pareja extraña, algo así como Hitchcock y Vera Miles si se hubiera dado el caso.

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